Si seguimos la evolución de los pueblos y sus culturas, nos encontramos que todos ellos se basan en tres grandes pilares, el histórico (historia), el tradicional (tradiciones) y el legendario (leyendas).
Pues bien, dejando aparte el histórico, que es una especialidad a la que no podemos aspirar – doctores tiene la iglesia – y el legendario que en estos momentos no nos parece el mas oportuno, nos centraremos en las tradiciones para intentar explicar, sin atrevernos a quererlo demostrar fehacientemente, la tradición que nos dice que nuestra Señora de Magdala efectuó un viaje desde Tierra Santa hasta el Sur de Francia, para huir de las persecuciones que los nacientes cristianos empezaban a sufrir por esos pagos.
Para ello, debemos dejar atrás unos historiados 4000 años, antes de Nuestra Era, y en la que aparecen los primeros pueblos invasores y que por cierto nunca habían visto la Mar, pero que motivados por severos imperativos de supervivencia, empujados por la necesidad o acosados por tribus mas beligerantes que ellos, comenzaron un desplazamiento que terminó en una dinámica invasión, que escogió, como teatro privilegiado ofrecido mas animadamente a estas migraciones humanas, las mas orientales de las costas mediterráneas.
Bien es verdad que existían “hombres de la mar” en otras zonas marítimas protegidas, como las abiertas costas de la Europa Atlántica , pero no es este el caso que nos ocupa.
Por lo tanto volvamos a estos antiguos piélagos conocidos desde muy antiguo como fueron el Tirreno, el Egeo, el Adriático, el Mar de Alalia o los accesos al Ponto-Euxino (el Mar Negro) donde se desarrollará la tradición que habla de Nuestra Gran Dama
El que domina los mares domina todas las cosas (Temístocles)
Permitámonos dejar también atrás, toda una serie de pueblos como fueron los Egipcios, constructores hace 5.000 años de barcos para navegar por el Nilo y posteriormente por el Mediterráneo, aunque se ratifica que sus navegaciones fueron mas fluviales que marítimas, Mesopotámicos, con navegaciones ya fluviales y marítimas, los Cretenses, que por ser insulares, como los Chipriotas, negocian ya con navegaciones puramente marítimas, apareciendo en esos siglos flotas de Caldeos, Minoicos, Babilónicos, Persas, Asirios y Etruscos. Los Himiars que procedentes de la Arabia del Sur, efectuaban travesías marítimas por el Mar Rojo y el Mediterráneo, y ya para no cansar, nos encontramos con la aparición de los Fenicios y sus herederos los Púnicos, verdaderos padres y artífices de las navegaciones marítimas, con una tecnología y estudio de mares y estrellas que constituyó la base para la mas tarde evolución naval de pueblos como los griegos, cartagineses y romanos.
Como anécdota podemos decir que en esos tiempos a la Estrella Polar era conocida por todos los navegantes como la Estrella Fenicia , pues fue este pueblo de nautas el que por primera vez se fijaron, estudiaron y comprobaron la constante insistencia de esta estrella en marcar una posición fija, y que aunque esta posición no era la que ocupa en nuestros días, era su posición tan aparentemente fija, que la tomaron como un punto de partida para orientarse,
El decir que nos orientamos, es una palabra de nacimiento náutico, pues las singladuras de las más antiguas naves solo se hacían de día y por lo tanto solo podían saber donde estaban por la salida del Sol, por Levante u Oriente.
Se le llamó Estrella Fenicia, a la Polar, porque en esos tiempos nadie podía sospechar ni por el más mínimo asomo que la tierra tuviera Polos. Eso fue muchos años “a posteriori”
Intentemos situarnos en el Siglo I de nuestra Era, en que aparecen las primeras tradiciones sobre el tema que tratamos, por lo cual y en primer lugar debemos fijarnos en que el dominio del Mar Mediterráneo era potestad y privilegio de los romanos por los derechos de sus bastas conquistas. Los límites del Imperio ya estaban trazados, y el Mare Nostrum era ya una realidad.
Libertad es el zarpar sin pensar en ningún puerto de destino (Anónimo)
¿Qué tipos de barcos se usaban en ese tiempo?. Había muchos y muy variados, pero se pueden diferenciar en dos grandes grupos, los de guerra y los mercantes, todos ellos con sus distintas construcciones y sus distintas formas y sistemas de navegación.
En ese tiempo, la navegación se diferenciaba en dos grandes conceptos, el que efectuaba en el mare apertum y el que correspondía a la navegación en el mare clausum.
.
El mare apertum (Mar abierto), comprendía aproximadamente las estaciones de Primavera y Verano y era la época que aprovechaban todos los navíos para hacer sus viajes, sobre todo los mercantes, que según Hesíodo, ratifica asegurando que el Otoño e Invierno era una mala época para la navegación. Respecto a la Primavera, hace unas advertencias de índole general, y solo el Verano lo señalaba como la época idónea, y en concreto reduce la temporada óptima a los aproximadamente 60 días que preceden a la caída de Las Pléyades, o sea de Julio a Septiembre, cuando que estas estrellas (Las Palomas o Siete Hermanas), dejan de verse en el hemisferio Norte y caen hacia el hemisferio Sur.
Otros autores alargan este tiempo de navegación entre Abril y Octubre.
El mare clausum (Mar cerrado) se establecía en las otras dos estaciones, Otoño e Invierno, y aunque la navegación no estaba prohibida, bien es verdad que se intentaba evitar, y solo se reservaban para maniobras de viajes muy determinados.
Solamente tenían mayor libertad de navegación las embarcaciones de guerra, entre otras cosas porque su vigilancia era imprescindible en esos tiempos y, todo hay que decirlo, sus cargamentos eran menos valiosos que los que transportaban los buques mercantes.
Estas navegaciones que efectuaban, eran las llamadas de cabotaje, y los barcos nunca perdían de vista la costa, si podían, con el fin de poderse arrimar a ella en caso de inclemencias del tiempo, o para varar en alguna playa para pernoctar, contando para ello con dos “falsas quillas” laterales, ya que dichas navegaciones eran diurnas y solo se continuaba con la navegación nocturna, cuando las mares estaban en calma y las noches serenas y eso solamente lo hacían los buques de grandes esloras, pues los mas ligeros, eran los que varaban en las playas al caer la noche.
Hoy en día lo siguen haciendo embarcaciones como los llaud catalanes, las mallorquinas y menorquinas, varadas y protegidas de la mar en las playas, y en las que se pueden contemplar sus dos grandes quillas laterales.
Los barcos mercantes de esa época, portaban unas esloras medias de 19 m ., aunque se conoce un pecio en la Isla de Cabrera de 35 m . de eslora, la construcción de ciertos barcos de 53 m . de eslora y 14 m . de manga, con los que se supone se transportaron los obeliscos egipcios que adornaban la ciudad de Roma.
Como hemos dicho siempre navegaban con tierra a la vista, excepto en aquellas contadas ocasiones en que veían obligados a hacer alguna viaje de travesía, y para ello contaban con señales – siempre las hay – como la observación de la misma Mar , de su color, cálculo de la corriente observando objetos a la deriva, el viento, las nubes, en fin, variedad de avisos que un experto marino puede interpretar correctamente, además de la Estrella Polar y la Osa Menor , que en estas latitudes nunca se oculta.
Además y, según nos indica Plinio el Viejo, los capitanes de estas naves “llevaban pájaros abordo, para soltarlos de vez en cunado y conocer la situación de la tierra”
El Mediterráneo es un mar único en nuestro planeta, pues no hay otro que esté rodeado de tres grandes masas continentales, Europa, Asia y África, y al mismo tiempo se encuentre subdividido en pequeños mares, separados entre si por penínsulas y archipiélagos. Esta configuración tan determinante de nuestro mar, establece en sobremanera la climatología que le caracteriza, y por ende sus sistemas de navegación y construcción naval.
Y ahora vamos directamente al caso que nos ocupa, o sea, al viaje que hizo nuestra Señora de Magdala desde su tierra de origen, hacia al Sur de la Galia o lo que es lo mismo la costa Mediterránea de la actual Francia..
Partamos de la base, de que su viaje tuvo que hacerlo en naves mercantes, ya que es impensable que civiles, sin ningún cargo público relevante y una determinada e importante misión, tuvieran la mínima posibilidad de navegar en cualquier tipo de barcos de guerra.
Tuvo que ser un viaje lento y farragoso, pues cuando por ejemplo, se trataba de atravesar el Adriático, o dirigirse a las Pitiusas no se excluía un viaje medianamente largo para evitar algunas peligrosas rutas frecuentadas por unas talasocracias rivales financieras de asaltantes y piratas, aunque con algunas seguridades ya que en esa época Roma dominaba el Mediterráneo y en un principio se supone que había “acabado” con la piratería.
Los barcos mercantes de esa época, solían andar de 2 a 3 nudos, por lo que se puede deducir que daban unas 50 millas náuticas diarias, y el viaje podemos suponer que no seria de “un tirón”, sino que aprovecharía barcos, que en distintas etapas, la fueran acercando a su destino.
Partiría desde Palestina hacia Egipto, un país que ya conocía, ya fuera por tierra o por mar, hasta llegar al puerto de Alejandría, uno de los más importantes puertos del Mediterráneo y del cual era relativamente fácil de encontrar un barco mercante con destino a cualquier punto del Mediterráneo, ya que era el puerto de salida de los productos egipcios o de las tierras del interior como eran, trigo, aceites, especies, artículos como el marfil, oro, gemas, animales exóticos como monos, aves y ciertas fieras, casi todo ello con destino a Roma.
Una vez embarcada, y podríamos suponer que fue en una nave griega a principios de la Primavera para aprovechar los tiempos mas bonancibles, la Señora de Magdala, a la que según la tradición acompañaban Marta, Lázaro y José de Arimatea, la nave tomaría el rumbo para arribar o a Creta o a Malta, siendo este segundo destino el más probable, ya que aparte de que Creta le hubiera alargado el viaje, era en esos tiempos una base no muy deseada pues en ella se refugiaban los piratas sicilianos.
Por otra parte, La Valletta, capital de Malta, del fenicio malalt (refugio seguro), y aproximadamente 50 millas al Sur de Sicilia, contaba con un buen puerto en el que podían encontrar cualquiera de los servicios que facilitaran la navegación y dar comodidad a los viajes, y que era otro de los enclaves de la flota romana que le permitía actuar en el Mediterráneo Central en todo tiempo.
Esta parte del viaje entre Alejandría y La Valletta, tiene unas 650 millas náuticas, por lo que calculamos que la duración seria de unos trece días.
Partiendo de La Valletta, se tomaba rumbo Norte en busca de Sicilia, para recalar en Siracusa o Naxos, o bien, adentrarse en el estrecho de Mesina, que con sus 3 km . de ancho separa la Isla de la región de Calabria en la península italiana, sirviendo de paso desde al Mar Tirreno al Mar Jónico, y navegar en demanda de la ciudad de Mesina, uno de los mayores y mas importantes puertos de la isla.
La distancia a navegar, estaría alrededor de 100 millas náuticas, con lo que hubiera empleado dos días para arribar a su destino.
Una vez allí, había que seguir hasta Ostia (Ostium Tiberis), puerto comercial de Roma, en la desembocadura del río Tiber, y uno de las mas importantes bases del Imperio, al cual llegaban los barcos de gran calado, para trasvasar sus mercancías en chalanas que en viaje fluvial por el Tiber, llevaban dichas mercancías hasta la ciudad de Roma que era la gran consumidora de todo lo que procedía desde los distintos puntos de su Gran Imperio.
Pero no fue todo tan sencillo, ya que la nave griega en la que viajaban una vez descargada, recibió carga con destino a Cartago, por lo cual hubieron de abandonarla, encargándose José de Arimatea en negociar el embarque en otra nave que fuera hacia el puerto de Ostia, encontrando, tras varios días, una nave romana que partía con ese destino, siendo su carga, probablemente, trigo, aceite o vino.
Las millas náuticas a navegar en esta parte del viaje serian unas 250, empleando para ello cinco días
Este puerto de Ostia se encontraba en la margen izquierda de la desembocadura del Tiber, y constaba de un puerto exterior, el llamado Portus Claudius, protegido por dos grandes malecones, y de un puerto interior o gran dársena denominado Portus Trajanus, que era donde se encontraban los grandes almacenes y tinglados portuarios (las horreas). ¿Os recuerda algo esta palabra?.
En la margen derecha de la desembocadura, se encontraban el Portus Augustus y el Portus Tralami, siendo el primero donde se encontraba una de las bases grandes de los buques de línea (el otro era Alejandria), o lo que es lo mismo, la flota imperial de guerra, compuestas por las birremes, trirremes, iburnias y las enormes penteconteras (quinquarremes) y exarremes.
Volvió por lo tanto José de Arimatea, a buscar y negociar los pasajes en un barco que zarpara con destino Massilia, y tras encontrarlo y ya embarcados, zarparon dejando por popa el puerto de Ostia poniendo la nave rumbo hacia el Estrecho de Bonifacio, que con sus aproximadamente 10 km ., es el brazo de mar que separa las islas de Córcega y Cerdeña, para continuar en demanda del Massilia (Marsella), como puerto de destino.
Ahora bien, podría ser que transportaran mercaderías con destino a la mayor de las islas por lo cual, lo mas probable es que se dirigieran hacia Olbia, puerto de gran importancia en el NE de Cerdeña, o bordeándola por el S. continuaran hacia la gran bahía de L´Algher en la costa Noroccidental de la isla, para más tarde poner rumbo Norte hacia la costa Sur de la Galia.
Cerdeña y Sicilia fueron los graneros de Roma, pues entre sus productos se daba un trigo de gran calidad y enormes producciones, que además por estar geográficamente cerca de la Metrópoli, era fácil de transportar a la misma.
Esta última etapa del viaje, contemplaría una distancia de 250 millas náuticas, y se hubieran empleado cinco días más de navegación.
En resumen, si todo hubiera ido bien, si hubiera encontrado una nave para hacer el viaje continuo y si no hubiera tenido problemas climatológicos, el viaje de le hubiera costado a la Señora de Magdala un total de 25 días aproximadamente.
Pero no fue así, vientos frescos del NE., les obligaron, una vez zarparon de Alejandría, el tener que acercarse a la costa Cirenaica, para después buscar el Sirocco que les permitiera poner rumbo a Malta desde el S.
Posteriormente, en el estrecho de Mesina, tuvieron que fondear hasta que se calmaran los monstruosos Escila y Caribdis y así poder cruzarlo con cierta seguridad.
Según la mitología griega Caribdis (del griego antiguo Khárubdis “el succionador”), junto con Escila y uno a cada lado del estrecho, tragaban alternativamente grandes cantidades de agua tres veces al día y las devolvían otras tantas veces con gran violencia, creando de esta forma un gran remolino que devoraba todo lo que se ponía a su alcance.
En la realidad, este estrecho se caracteriza por el remolino que forman las corrientes marinas que se encuentran en la zona, y que aunque rara vez es peligroso, no dejaba de provocar cierta preocupación entre los marinos de la época.
Otro retraso importante lo tuvo La Señora de Magdala en Ostia, pues allí, la nave en la que viajaba, una vez descargada solo encontró nueva carga para Gades en la Hispania , por lo cual la Señora de Magdala, tuvo que esperar hasta encontrar una nave con destino Massilia.
Esta vez la encontró por fin Lázaro, pero era un barco pequeño y viejo, pero así y todo continuó el viaje tal y como tenia previsto.
Pero sus sinsabores no paraban ahí, pues una vez cruzado el estrecho de Bonifacio y tras dejar por la aleta de estribor la isla de Córcega, fueron adentrándose en el Mar de Liguria, sabiendo que se encontraban en uno de las mas rebeldes e impredecibles zonas del Mediterráneo Occidental.
Y así fue, los vientos se endurecieron, la temible (aun hoy en día) Tramontana hizo acto de presencia, la mar se levantó y el barco en que viajaban se encontró en el epicentro de una vorágine de vientos y aguas que haciéndole perder el rumbo, era un verdadero juguete en las manos de la desencadenada Naturaleza.
El capitán del barco mando empezar a largar el “hechazón”, o sea, a tirar por la borda el cargamento que estaba estibado en cubierta y que estaba poniendo en peligro la estabilidad de la nave.
La vela ya recogida (rizos), dejaba una mínima superficie que hiciera gobernable la embarcación, pero así y todo, era poco menos que imposible la navegación.
La mar invadía la cubierta con tan tremendos golpes, que los imbornales no podían desaguar antes de que llegara el siguiente bagazo, desmantelando poco a poco la nave hasta conseguir desarbolarla por completo.
Los remos eran totalmente ineficientes en esa turbulencia y a duras penas conseguían mantener la nave aproada a las olas, hasta que una de ellas cruzo el barco presentando su costado a la marejada, con el funesto resultado de un fortísimo golpe que hizo faltar el timón.
Los gritos de pánico de los hombres que arrastraba la Mar eran ahogados por el tremendo ruido del viento y la marejada, perdiéndose varias almas en el transcurso de esta situación.
Poco a poco desciende la furia de la Naturaleza, los vientos se aflojan y la mar se tranquiliza, pero la nave que prácticamente es un pecio, transporta a la Señora. de Magdala en su deriva hacia la costa de la ciudad de Arelate (Arlés), en las Bocas del Ródano, en la región de La Camargue, al W.de Massilia
Como dato histórico diremos que Arelate fue la primera ciudad que fundaron los romanos fuera de la península, y tuvo una crucial importancia para el Imperio Romano por sus grandes plantaciones de arroz y por sus enormes salinas.
Cuando la nave embarrancó, lo hizo cerca de la actual Sainte Marie-sur -Mer, en donde los exhaustos y aterrorizados viajeros pisaron tierra y pudieron poner a salvo las pocas pertenencias que les quedaban.
Socorridos y ayudados por los habitantes de la zona, no tardaron en reponerse de las fatigas sufridas, por lo que al poco tiempo emprendieron, la Señora de Magdala y sus acompañantes el viaje hacia Massilia, la meta de su viaje.
Y a partir de aquí, el resto es otra historia.
Nuestra Señora de Magdala no solo había llegado a su destino, sino que al final lo hizo en un barco sin velas y………………… ¡Navegando sin timón!
Barcelona, a 25 de Marzo de 2008
Fernando Suárez Cué

0 comentarios:
Publicar un comentario