Una impresionante tromba marina en la costa de Australia, y
que según precisaron diferentes medios internacionales, en su interior los
vientos alcanzaron velocidades de hasta 190 km./h
Mari José, esta es "La magia de tu planeta"
Navegando por las costas
mediterráneas de la Península, o en travesías entre islas, siempre me llamó la
atención los vientos y sus nombres, y teniendo curiosidad por conocer sus
etimologías, me enteré de esto que a continuación os cuento.
Partiendo de la “rosa náutica”, fue en Atenas y en la
desaparecida “Torre de los Vientos”,
donde fueron esculpidas las simbologías de los ocho vientos principales de la “rosa de los vientos mediterránea”, tan básica y familiar para todas las gentes
marineras y pescadoras de este mar. Estos nombres son de origen latino y en algún caso de origen árabe. Para
poder comprender las designaciones que los romanos hicieron sobre estos vientos,
debemos fijarnos que dichos romanos éstos eligieron como punto referencia,
convergencia de rumbos o centro de la “rosa
de los vientos”, la costa meridional
de Creta, por considerar que la isla quedaba en el centro del Mare Nostrum
Y
ahora vamos a por los nombres....
Mistral
(NO-315º)
Situados ya en la Isla de Creta, la denominación para este viento de mistral, minstral, maestral, mester o maestro, obedece a que este viento
sopla desde el noroeste, y en esa dirección queda la ciudad de Roma, la “Magistral Pentium” (“Soberana de gentes”).
Es un viento duro, frio y
seco, que sopla preferentemente en invierno. Despeja el cielo, o lo deja con
muy ligeras nubes, denominadas “glateiros”
a las que desplaza rápidamente. Este viento alcanza con cierta facilidad los
100 km/h. pudiendo llegar sus rachas hasta los 200 km/h., lo que infunde
respeto y temor a marineros y
pescadores, pues su aparición es rápida y casi impredecible, alcanzando fuerzas 11 y 12 en la escala de
Beaufort, que lo convierten en temporales muy duros y huracanados, con una mar
entre arbolada y montañosa, y por ende peligrosa para la navegación.
Siroco (SE-135ª)
La
etimología de siroco es latina, ya que procede de syriacus, nombre que recibía el viento de sureste de la “rosa de los vientos” romana, que,
centrada, no lo olvidemos, en la costa meridional de Creta, tenía en esa
dirección la provincia de Siria.
En cambio, con origen
en la voz árabe saruq, la raíz de xaloc, aparece esta denominación del siroco en Baleares, Valencia y Cataluña,
traducida al castellano como jaloque. Con
el mismo origen, se aplican diversos
nombres en otras tierras mediterráneas, como las de chergui, chehili o las
egipcias de simóun y khasmin, todas ellas denominando a este
viento seco y cálido, procedente del sureste, que sopla atraído por la
presencia de bajas presiones en el Mediterráneo, y
a veces, experimenta el efecto foehn al
salvar montañas costeras.
Se llama “efecto
foehn” al calentamiento del aire
producido al descender éste por las vertientes de las
montañas opuestas a la
dirección de los vientos. En origen, se denominaba así en Suiza a este tipo de
vientos secos y cálidos, propios de las vertientes alpinas de sotavento. Foehn
era el nombre local del viento. El estudio por primera vez del fenómeno en esa
zona generalizó la utilización del término para designar a todo el proceso.
En España, el “efecto
foehn” más conocido corresponde al
creado en las tierras de la vertiente norte de la Cordillera Cantábrica, en Asturias y Cantabria, como influencia de los Picos de Europa, cuando
soplan vientos cálidos y húmedos del Sur.
Cuando esto sucede, nos podemos
encontrar con claros contrastes de tiempo entre la vertiente de barlovento,
expuesta al viento, y la de sotavento, que se encuentra resguardada.
En la de barlovento
la nubosidad puede ser abundante e incluso con precipitaciones, mientras que en
la de sotavento el aire desciende cálido y seco, con temperaturas
particularmente elevadas, y humedad relativa en torno al 10%.
Cuando este viento proviene
del Sahara, puede originar calimas en
toda su zona de influencia debido,
por arrastre, a la presencia del polvo desértico que enturbia la atmósfera y
reduce la visibilidad.
Tramontana (N-0º/360º)
La voz “tramontana” aplicada en la “Rosa de los vientos mediterránea” se
refiere al viento del norte. Deriva del latín “transmontano”, es decir, más allá de los montes, puesto que tiene
origen más allá del ángulo montañoso, como son los Pirineos en el caso de
España, que envuelve o rodea la ribera septentrional de la cuenca mediterránea.
El soplo de la tramontana, obedece al contraste de presiones atmosféricas
ocasionadas por la llegada, o génesis,
de depresiones atmosféricas ocasionadas por la llegada de bajas presiones en el
Mediterráneo. Estas bajas presiones, no son otra cosa que borrascas atlánticas que alcanzan los golfos de León o Génova a
través del sur de Francia o norte de España, pudiendo ser también las que pasan
o se desarrollan al norte de Baleares, desencadenando la tramontana. Ésta, registra máxima intensidad cuando la presencia de
bajas presiones en el Mediterráneo Occidental se combina con la alta presión
más al norte, acentuando de una manera significativa la diferencia de presión
entre ambas zonas.
El primer indicio del soplo de la tramontana en tierras catalanas es la
aparición de un muro nuboso por el efecto
foehn sobre los relieves pirenaicos,
las denominadas “bandas del Pirineo
Oriental”, seguida de acusada y rápida caída de la humedad relativa,
morfología arremolinada con pequeñas nubes o
escabeyats, pronunciado descenso térmico por la llegada de aire frío, y sensible
mejora de la visibilidad, al tiempo que la mar se entorpece (se pica). La tramontana, particularmente en los meses
de octubre, noviembre y los tres invernales, barre con dureza y relativa
frecuencia el Alto Ampurdán, pero no llega al río Tordera, por el S. ni hacia
el interior sobrepasa Gerona por el N., ya que está muy “canalizado”, y su
máxima virulencia la deja sentir en la costa del Golfo de Rosas e inmediaciones.
Poniente (O-270º)
Poniente es el viento procedente del
oeste, es decir, el punto cardinal por donde el sol, en su movimiento aparente
diario, desaparece o se pone bajo el horizonte. Los ponientes conducen las borrascas
atlánticas a la Península Ibérica y son “vientos
llovedores”, interceptados por los relieves orográficos, para la mayor
parte de aquélla, a excepción de los sotaventos oriental y sur oriental, donde
los ponientes desempeñan un papel inverso. Hagamos notar asimismo que las
mayores frecuencias de estos vientos corresponden a las tierras más
occidentales, particularmente a las costeras.
Como se ha dicho, en la fachada oriental de España el viento de poniente posee
unas características no sólo diferentes sino opuestas. El más célebre es el
caso del “ponent valenciano”,
que, al descender de la Meseta a los llanos litorales, experimenta efecto foehn, transformándose en un viento catabático (aire fresco y seco que
desciende a sotavento de la montaña, después de haberse condensado toda la humedad
del lado de barlovento), que se calienta y aleja del punto de
saturación, alcanzando humedades relativas muy bajas, del orden de 25% o,
incluso, menos. En consecuencia, su presencia en tierras valencianas, sobre
todo en primavera avanzada, verano y comienzos de otoño, implica ascenso de
temperaturas y ambiente seco.
Mediodía (S-180º)
Conocido asimismo por viento sur, austro, áfrico, africano o mitjorn
(mediodía, que alude también al Sur, con referencia a la altura del sol sobre
el horizonte y alcanza su mayor elevación a mitad de jornada). Otro nombre muy
significativo, a la hora de indicar procedencia, es el de áfrico o africano, ya que
el punto de origen del viento sur en la “rosa
de los vientos” mediterránea es el continente africano. Se trata, entonces,
de un viento que trae aire seco y cálido, característica ésta particularmente
acusada en verano, cuando el sur que llega en línea recta del Sahara ocasiona
olas de intenso calor.
Sin embargo, no es necesario para que el viento
sur motive un brusco ascenso de la temperatura que su hogar sea sahariano,
aunque precisamente éste fue el origen atribuido al viento conocido por sur, bochorno, o piromano en Cantabria, que sopla de preferencia en invierno,
atraído por la presencia de bajas presiones en el Cantábrico, y experimenta el efecto foehn al descrestar la Cordillera
Cantábrica, de manera que el termómetro, en ciertos puntos tramontanos, podría
llegar a los 30º en invierno. Cosa nada común, pero podría darse, y de hecho se
da, en momentos puntuales.
Lebeche (SO-225º)
Nombre que recibe en el litoral mediterráneo el viento de suroeste, con
dirección intermedia entre las de mediodía y poniente; conocido asimismo por garbino o garbí, una y otra denominación poseen etimología
árabe. Los efectos pluviométricos del lebeche
o garbino resultan diferentes o,
incluso opuestos, de un territorio a otro, en función de los condicionamientos
geográficos, particularmente orográficos, que el viento halle en su camino.
Con régimen del suroeste llueve, y puede hacerlo copiosamente, en Extremadura,
Baja Andalucía y barlovento de Sierra Nevada; sin embargo, raramente llueve en
el sureste ibérico. Ello se debe a que la imponente espina montañosa de Sierra
Nevada intercepta los lebeches o garbis, determina el efecto foehn, y produce disimetrías y manchas pluviométricas. El lebeche desciende hacia sotavento más
cálido seco, y sin precipitaciones.
Con todo, el lebeche ha prestado
tradicionalmente su concurso en las faenas de recogida de los cereales de
invierno en el sureste ibérico antes de la generalización de trilladoras y
cosechadoras. Antaño, tras la trilla en las eras, recogida la parva, se
aventaba con horcas y palas con objeto de separar el trigo de la paja; y para
ello, se requería viento, que, con frecuencia, era lebeche.
Gregal (NE-45º)
En la Cuenca Mediterránea se denomina gregal
el viento procedente del noreste. El nombre suena extraño en el sector
occidental, pero adquiere pleno significado si recordamos de nuevo que los
romanos centraron la “rosa de los vientos” en la costa meridional de Creta, por
considerar que esta isla se hallaba en mitad del Mare Nostrum, y al noreste de la misma queda Grecia,
justificándose así el empleo del referido vocablo gregal
En el Mediterráneo Occidental el gregal
encuentra en su trayectoria la fachada oriental de España, con resultados
pluviométricos bien diferentes según el rumbo del litoral y el relieve del post-país.
Un ejemplo prototípico proporciona el tramo costero alicantino, en torno al
cabo de la Nao: al noreste de éste, en el Marquesado de Denia, la incidencia de
los temporales del noreste, con una frecuencia relativamente elevada de
aguaceros copiosos y de gran intensidad horaria, adquiere protagonismo y ubica
los dos observatorios más lluviosos de la Comunidad Valenciana. (Tormos y Pego,
con casi 900 mm anuales); en cambio, la modificación del trazado costero, cuya
dirección es NW-SE en la Marina, abriga del gregal
y de los temporales del noreste, al extremo de que, en menos de 50 km, la
precipitación media anual desciende de los 644 mm de Denia a los 345 de
Benidorm, reduciéndose casi a la mitad.
Levante (E-90º)
En la rosa de los vientos mediterránea, el levante
procede del este, el punto cardinal por donde cada día, en su movimiento
aparente, el sol se levanta sobre el horizonte a causa de la rotación
terrestre. Sopla a más o menos velocidad, merced al gradiente horizontal de
presión existente en el momento: a veces se limita a cubrir las aguas marinas
de “borregos”, mientras otras, las menos, origina violentos y destructivos
temporales de levante, con mar montañosa y harta difícil para la navegación por
el peligro que conlleva. También es variable su frecuencia de unos puntos a
otros, en algunos puede resultar tan elevada, como en el sector gaditano de Conil,
Barbate, Zahara de los Atunes y Tarifa que históricamente ha representado un
condicionamiento negativo y limitación para la actividad agrícola, pero, como
“no hay mal que por bien no venga”, esta situación ha cambiado favorablemente
para la economía de la zona, ya que ha hecho de esas costas un verdadero
paraíso para los windsurfista y todo el turismo relacionado al mismo.
http://www.youtube.com/watch_popup?v=B0rqGbJVmtE&feature=youtu.be
Este viento es el que
acostumbra a impedir el paso de los barcos, entre la península y las ciudades
autónomas de Ceuta y Melilla.
En cuanto a precipitaciones, para la fachada oriental de España es el viento “llovedor” por excelencia, tal y como
reza, refiriéndose a la tierra, el refrán en lengua vernácula y castellana: “El
levante la moja y el poniente la seca”.
Esta situación se crea porque
en ciertas y propicias épocas del año, en Primavera y sobre todo en Otoño, transporta
aire caliente, que por recorrer casi todo el Mediterráneo, viene con una carga
de humedad muy alta, y al llegar a tierra, como está se está enfriando más
rápidamente, recordemos que estamos a las puertas del otoño, es factible que
condense la enorme cantidad de agua que acarrea, en cantidad a veces más que
suficiente para que jarree, diluvie, e incluso se abran las cataratas del cielo..
Hasta la vista