El Coloso de Rodas. La representación del dios Helios
El Coloso
La ciudad de Rodas, situada en la isla que lleva su
mismo nombre, era la capital de un estado formado por algunas posesiones en las
costas del Asia Menor y por las islas llamadas Espóradas, que en número de doce formaban el gran archipiélago del Dodecaneso, al sureste del Mar Egeo.
Fue sin duda alguna, una de
las ciudades más nombradas de la Antigüedad y cuyo nombre llegó hasta nuestros
días, ante todo, por su importantísimo puerto, que constantemente frecuentado
por los navíos fenicios y egipcios, servía además, como refugio a las flotas de
los distintos pueblos ribereños del Mediterráneo, a cuyas naves albergaba en
él, tras la demanda de comercio y seguridad.
Con el tiempo, y debido a la
expansión de los rodios (habitantes
de Rodas, hoy denominados rodenses), se formó un imperio marítimo que llego a centralizar todo el
comercio del Mediterráneo Oriental, creándose por consiguiente la ampliación
del espacio portuario, construyéndose por ese fin, un gran puerto que posiblemente
junto al de Alejandría en Egipto, fueron los mayores de su época.
Si empezamos a seguir
un poco la historia, nos encontramos que tras la muerte de Alejandro Magno a la corta edad de 32 años, varias disputas tuvieron
lugar en la antiguo Imperio Magno, quedando dividido en varios territorios
menores. Rodas, al igual que parte de Egipto, quedó bajo el control de Ptolomeo I, controlando así el comercio
en la parte oriental del Mar Mediterráneo.
Este hecho no fue del
agrado Antígono I “El Tuerto”, por lo
que en el año 305 a.C. mandó a su hijo al mando de un ejército de 40.000
hombres para tomar la ciudad de Rodas y romper así el control de Ptolomeo I en el comercio de la zona.
Pero la astucia del ejército de Ptolomeo
I y debido a la obstinada y feroz resistencia de los rodios, impidió que la
toma de la ciudad se consiguiera, obligando al ejército de Demetrio, hijo de Antígono,
a huir dejando sus armas de asedio atrás.
Como apunte adjunto,
debemos saber que hoy en día, y en recuerdo de las tácticas de este estratega
macedonio, se denomina poliorcética
al arte militar que consiste en el ataque a plazas o ciudades fortificadas.
Acabado el asedio de Rodas,
y retirados del campo de batalla los ejércitos enemigos, la ciudad, en
conmemoración y con el fin de celebrar y perpetuar esta magnífica, para ellos
victoria, el pueblo de Rodas decidió homenajear a su
dios patrón Helios con una construcción de dimensiones desconocidas que
fuera el mas colosal de su tiempo, y posiblemente de todos los tiempos, hasta entonces, utilizando los materiales, máquinas de
guerra y pertrechos abandonados y dejados atrás en los campamentos de asedio
por el ejército macedónico de Demetrio,
tras su derrota y retirada. La estatua se construyó sobre un pedestal de entre
15 y 20 metros de mármol blanco junto al puerto de Mandraki (nombre del puerto
de la ciudad de Rodas) con un esqueleto de madera y piedra, y forrado de bronce,
consiguiendo la estatua alcanzar entre 30 y 32 metros,
Esta figura, la del Coloso, con sus 50 metros de altura, entre pedestal y estatua, y más de 290 toneladas de peso (según cálculos actuales), representaba al dios Helios (el Sol), poderoso protector de Rodas, mientras que otros autores afirman que la estatua representaba a Apolo, aunque bajo la advocación de Helios iluminando el mundo. Se confió la obra al escultor griego Kares de Lindos, nacido en la isla de Rodas y discípulo de Lisipo de Sición, famoso escultor de la corte de Alejandro Magno
Esta figura, la del Coloso, con sus 50 metros de altura, entre pedestal y estatua, y más de 290 toneladas de peso (según cálculos actuales), representaba al dios Helios (el Sol), poderoso protector de Rodas, mientras que otros autores afirman que la estatua representaba a Apolo, aunque bajo la advocación de Helios iluminando el mundo. Se confió la obra al escultor griego Kares de Lindos, nacido en la isla de Rodas y discípulo de Lisipo de Sición, famoso escultor de la corte de Alejandro Magno
Construyó el Coloso de Rodas, comenzando
por el diseño de los bocetos hacia el año 300 a.C., y terminándose la
construcción de la estatua 12 años más tarde, hacia el 288 a.C. Obra que fue su
gran culminación como escultor y a la que posteriormente se la declararía como
una de las Siete Maravillas del Mundo. La
base era de mármol blanco y la estructura fue gradualmente levantada con hierro
y piedra sobre los que se depositaban capas de bronce.
Kares de
Lindos terminó suicidándose en 280 a.C. al no poder soportar la presión que le
suponía el no estar seguro el haber podido lograr la estabilidad de la gran
estatua.
Dicha obra, solo se
mantuvo en pie durante unos 55 años, pues en el 224 a.C. un violento terremoto que asoló la isla de Rodas, generó grandes daños estructurales en toda la ciudad,
quebrando la estatua de Helios a la altura de las rodillas, provocando el
derrumbe de la misma sobre el Mar,
quedando tan solo el pedestal y algunos restos de los enormes pies.
Ptolomeo III propuso la reconstrucción de la estatua,
pero el Oráculo de Delphi sugirió que
esto no se hiciera, ya que hizo creer a los habitantes de Rodas que el
terremoto era la muestra de al dios Helios el Coloso de Rodas le había parecido
una gran ofensa a su deidad.
Las ruinas del Coloso,
se mantuvieron esparcidas por el mismo lugar de la destrucción de la estatua
durante varios años, tal y como nos lo relatan los escritos de Estrabón y Plinio el Viejo, hasta la llegada en el año 672 de nuestra era, y
durante el reinado del califa Omar,
las fuerzas turcas bajo el mando de Muawiya
ibn Abi Sufyan, capturaron la ciudad de Rodas.
Preguntado el califa Omar respecto a lo que debía hacerse
con la destruida y abandonada estatua del Coloso,
respondió despectivamente, “Reducidla a pedazos y vendedla como chatarra”
La orden se cumplió inmediatamente. Se rescataron de la Mar los restos de
este Coloso
y cientos de hombres se dedicaron a
destrozar, en pocos días, aquella estatua que a Kares de Linde le había costado doce años construir. En el año 663, ya de nuestra Era, se rescataron del Mar los gloriosos despojos de este Coloso
que se vendieron a un comerciante judío de la ciudad de Estesa, el cuál repartiendo el peso en 900 cargas de camellos, los
condujo a tierra firme donde fueron fundidos.
De esta forma tan vulgar perdió la posteridad aquel
Coloso sin igual, asombro y admiración de los antiguos y orgullo de la próspera
y florida Rodas.
Así desapareció el último vestigio de la que fue, según los griegos
clásicos, la Quinta maravilla del Mundo Antiguo. Aunque la
costumbre de elevar gigantescas estatuas procedía de Egipto, el Coloso de Rodas
fue obra griega, es decir, maravilla de arte, producto total
y absolutamente bello y fascinante. Gracias a sus dimensiones, los
marinos que se acercaban a Rodas veían desde lejos la enorme masa de metal, en
cuya pulimentada superficie se reflejaban la luminosidad del cielo y la azulada
inmensidad del mar.
Al no haber ningún documento gráfico que demuestre la situación exacta y el
posicionamiento de esta gran figura, algunos autores sitúan la estatua con las
piernas abiertas, apoyando cada uno de sus pies en cada uno de los pretiles que
formaban la bocana del puerto de Mandraki,
formando un ángulo bajo el que se veían obligadas a pasar las naves que
entraban y salían de Rodas.
Varios estudios estructurales efectuados en
la actualidad, demuestran que dados los materiales de construcción usados en
ese tiempo, esta forma no era viable, ya que la estatua se habría colapsado por
su propio peso durante la construcción.
Otros estudiosos del tema, afirman que el Coloso, efectivamente estaba de pie, pero a un lado de la bocana, por lo cual los barcos entrarían y saldrían junto a él, y no por debajo de él, sistema de construcción mucho más factible.
Otros estudiosos del tema, afirman que el Coloso, efectivamente estaba de pie, pero a un lado de la bocana, por lo cual los barcos entrarían y saldrían junto a él, y no por debajo de él, sistema de construcción mucho más factible.
En lo que sí parecen estar todos de acuerdo, es que como representación del
dios Helios, el Coloso portaba en su
mano alzada una enorme antorcha, en la cual se encendía una gran hoguera con la
doble misión de iluminar la entrada del puerto y de guiar a los naves que por
la noche se acercaban de arribada en demanda de refugio.
También hay quien afirma, y con cierta lógica, que una tercera misión del
coloso, era protección del puerto de
Mandrak, ya Desde lo alto, y en el hueco de la enorme cabeza del Coloso, los vigías rodios oteaban
constantemente el horizonte en previsión de algún inesperado ataque por parte
de sus enemigos. Cuando en alguna ocasión se aproximaban naves sospechosas,
unas recias cadenas eran tendidas de torre a torre para impedir que las
embarcaciones pudieran entrar en el puerto y pusieran sitio a la ciudad,
mientras que por medio de una puerta que se abría en el centro
de su pecho, se podía arrojar aceite hirviendo, estopas encendidas o, grandes
piedras sobre cualquier barco enemigo qué intentase pasar bajo o junto a la
estatua.
Pero… ¿Cómo era el Coloso de Rodas?
Nadie lo sabe con exactitud, aunque según la opinión de Willy Waas y tal como nos dice, “en
todo caso su vista debió ser indescriptiblemente horrorosa, de mal gusto,
repelente y además indecente en alto grado”.
La realidad es que hasta hoy día no nos ha sido legada representación
auténtica alguna, por lo cual, los dibujantes dando rienda suelta a su
imaginación, lo han representado de muy diversas formas, algunas de ellas
cinematográficamente absurdas, intentan darnos a conocer la representación del
dios Helios en Rodas, una de las más
celebradas maravillas de la antigüedad, como ya hemos dicho.
Hasta la vista