martes, 15 de noviembre de 2011

HANNAH (En recuerdo de Ana Mª Goti)

Desde su nombre en español, Ana, pasando por el hawaiano Hana, el indonésico Repán, el ruso Ahha y hasta el swahili Home, todos provienen del latín Anna, este a su vez del griego Avva, y ambos han bebido de los orígenes del hebreo antiguo Hannah, el cual podríamos traducir como “La benéfica”, “Aquella que favorece”, “La que dona gracia”, ya que Dios la preparó con muchas gracias y dones.
Por cierto que eso es lo que tiene, gracia, la capilla que en el barrio de nuestra Villa está dedicada a ella y a su nombre.
Entre ellos los concedidos por la Santísima Trinidad: El Padre, para quien ella gesto, cuido y educó a su Hija Predilecta; El Hijo a quien le dio  Madre; El Espíritu Santo, cuya Esposa educó con gran amor y solicitud.
Una antigua tradición, que aparece en el siglo II d.C., nos presenta a Ana, junto con su esposo Joaquín, como los progenitores de la Virgen Maria.
Poco se conoce de estos dos importantes personajes de la Iglesia Cristiana, y lo poco que de ellos se sabe, incluso sus nombres, procede de la literatura apócrifa, entre los que se cuenta como más importantes, para el tema que nos ocupa, el “Evangelio de la Natividad de María”, el “Evangelio Apócrifo” de Mateo y el “Protoevangelium” de Santiago.
Los escritos llamados apócrifos no fueron aceptados nunca por la Iglesia dentro del canon de las llamadas “Sagradas Escrituras”, porque según esta, contienen muchos datos que no son confiables, aunque realmente también contemplan datos realmente históricos, pero tanto para sus defensores como para sus detractores es muy difícil, por no decir casi imposible, el separar el buen grano de infértil paja.
Y ahora, y con vuestro permiso, voy a relataros la preciosa historia que nos cuenta el mencionado “Protoevangelium” de Santiago.
En Nazaret, vivía una rica y piadosa pareja, Joaquín y Ana, a los cuales y para completar su felicidad solo les faltaba la presencia de algún descendiente, ya que no tenían hijos.
De Ana nos amplia que era natural de Belem y que sus padres Mathan y Emerenciana, descendían del rey David y de la casta sacerdotal de Leví
Sigue contándonos la historia, que durante las Sagradas Fiestas, Joaquín se dirigió al Templo para ofrecer su sacrificio, pero fue rechazado por un tal Rubén, con el pretexto de que los hombres sin descendencia no eran dignos de ser admitidos.
Podéis imaginaros que la pena que embargó de Joaquín, fue tan profunda que en lugar de volver a su casa se dirigió hacia las montañas a presentarse ante Dios con su soledad y ayunando en su sacrificio durante 40 días y 40 noches.
Conocida por Ana la razón de la prolongada ausencia de su esposo, clamó al Señor pidiéndole fervientemente que retirara de ella la maldición de 20 años de esterilidad, prometiéndole al mismo tiempo el dedicarse ella, su esposo y su descendencia a Su servicio.
Fueron sus oraciones escuchadas por el Altísimo, y un ángel visitó a Ana y le dijo:”Ana, el Señor a mirado tus lágrimas; concebirás y darás a luz y el fruto de tu vientre será bendecido por todo el mundo”. Posteriormente el ángel visitó a Joaquín y le hizo la misma promesa, instándole a que volviera al lado de su esposa,….”pues el Señor había hablado”.
Esperanzados y con el corazón henchido de gozo, Ana y Joaquín aun siendo galileos, se mudaron a la ciudad de Jerusalém, en donde Ana, a los 9 meses,  dio a luz a una niña, a la que puso por nombre Mariham (María o Miriam) y a la que criaron y educaron en dicha ciudad y en donde años más tarde murieron estos venerables Santos.
A los tres años de edad, y tal como habían prometido, llevaron a Maria al templo para consagrarla a Dios. Maria vivió en el Templo hasta los 12 años, edad en la que fue entregada a José como esposa.
 Sus tumbas fueron honradas hasta finales del siglo IX, cuando los invasores musulmanes la convirtieron en una escuela coránica.
La cripta que originalmente contenía las santas tumbas, no fue descubierta hasta el 18 de marzo de 1889.
En el siglo IV d.C., y por mandato de Santa Elena (madre del emperador Constantino), fue construida una iglesia sobre el lugar donde estaba la casa de Joaquín y Ana; iglesia que fue conocida a través de diferentes épocas con los nombre de “Santa María”, “Santa María ubi nata est”, “Santa Maria en Probática” y “Santa Probática y Santa Ana”.
La veneración a Santa Ana, por medio de la Iglesia de Oriente, ya nos viene desde el siglo IV d.C. y se encuentra entre los más antiguos documentos litúrgicos de la Iglesia Griega, siendo la mejor prueba de ello, el que en el año 565, el por entonces Emperador Justino I, mando construir una iglesia dedicándola a su nombre.
En la romana iglesia de Santa Maria Antigua, aparece en el siglo VIII su imagen pintada en estilo Bizantino, mientras que su fiesta, bajo la influencia de la “Leyenda Dorada”, aparece en el siglo XIII,  el 26 de Julio como el día de fiesta dedicado a la Santa.
Como reseña informativa diré se conoce por  “Leyenda Dorada” (en latín Leyenda Aurea), una recopilación de relatos hagiográficos (relatos de Santos) reunidos por el dominico beato Santiago de la Vorágine (Jacobus della Vorágine), arzobispo de Génova, a mediados del siglo XIII y que redactado su original en latín bajo el título de “Legenda Sanctorum” (Lecturas sobre los Santos), recoge las leyendas sobre las vidas de unos 180 santos y mártires cristianos, a partir de obras antiguas y de gran prestigio, y entre las que se encuentran las vidas de nuestros San Joaquín  y Santa Ana.
Fue la más célebre recopilación de leyendas piadosas en torno a los Santos, y desde luego la más influyente en la iconografía pictórica y escultórica de los mismos, y es a partir de aquí, donde de Santa Ana adquiere un renombre superior al de San Joaquín.
Posteriormente y ya en el año 1382, el papa Urbano VI publicó el primer Decreto Pontificio referente a Santa Ana, concediendo la celebración de la fiesta de la Santa al anteriormente citado día 26 de Julio.
Como curiosidad histórica, diremos que este Decreto Pontificio concedió la fiesta de Santa Ana  a los obispos de Inglaterra exclusivamente, tal y como lo habían pedido algunos influyentes ingleses, y por lo tanto y muy probablemente, les fue concedido aprovechando la ocasión del enlace matrimonial entre el rey Ricardo II con Ana de Bohemia.
Por aquel entonces, la Iglesia de Occidente, no venera a  Santa Ana, excepto quizás en el sur de Francia hasta el siglo XIII, por lo que se ha de esperar hasta el año 1584 en que la fiesta fue extendida por toda la Iglesia de Occidente y por lo tanto por toda la Cristiandad.
Se dice que las reliquias atribuidas a Santa Ana, fueron llevadas de Tierra Santa A Constantinopla en el año 710, y allí se encontraban en la iglesia de Santa Sofía en el año 1333.
Posteriormente la tradición nos cuenta que el cuerpo de Santa Ana fue llevado a Apt por San Lázaro, el amigo de Jesucristo, donde fue escondido por San Auspicio, hasta que fue vuelto a encontrar bajo el reinado de Carlomagno.
La cabeza de la Santa Ana se mantuvo en Mainz hasta bien entrado el año 1510, cuando fue robada y llevada a Düren en Alemania.
De todas formas hoy no hay sólidos fundamentos que nos puedan asegurar la autenticidad de estas reliquias.
Cosas curiosas que me vienen a la memoria, es que Santa Ana es la Patrona de Atarfe, en la granadina Vega del Genil, localidad esta en la vivimos mi hermano Carlos y yo (Ana Teresa todavía no había nacido), con nuestros padres durante algunos años de nuestra niñez.
En el albaceteño pueblo de Férez se venera a Santa Ana en una imagen triple, denominada “La Santa Parentela”, que tallada en una pieza, tiene en sus brazos a la Virgen Maria y esta a su vez tiene en los suyos al Niño Jesús.
En Ayacucho, y en la “Iglesia de Santa Ana” se lleva a cabo la celebración de “La Fiesta de la Abuelita”, en honor de Santa Ana, en la iglesia que lleva su nombre
Y por último, y para no cansar a nadie, solo decir que nuestra Santa es la patrona de la Bretaña francesa, de la navarra Tudela, de la sevillana Dos Hermanas, de la Düren, Hannover e Hildesheim alemanas, patrona de la provincia de Quebec en Canadá y de otros cientos y cientos de lugares donde ocupa el sitial más relevante llevada por las creencias de todos sus fieles.
Así mismo es patrona y protectora de navegantes, bomberos, mujeres en el parto, mineros (Cristo siendo el oro y Maria la Plata), joyeros y un largo etc., entre los que se cuentan y como broche final, los marineros de Llanes.
Resta decir, que a su invocación tiene unas de las más importantes y conocidas iglesias como pueden ser, entre otras muchas, la impresionante “Catedral de Santa Ana de Canarias”, en las Palmas de Gran Canaria, la “Catedral de la Señora Santa Ana”, en la ciudad de Santa Ana (El Salvador) y la “Capilla de Santa Ana” en la bellísima Villa de Llanes en el Principado de Asturias…….
                                                                                              Fernando Suárez Cué
                                                                                        Barcelona, a 5 de Julio del 2011

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