http://www.youtube.com/watch_popup?v=6YG1DoBIJt0&feature=youtu.be
Lo habéis adivinado, vamos a hablar del
remo.
Este
pequeño-gran artilugio, se nos presenta como el elemento de propulsión marina
más antiguo de los conocidos y según la definición dada por la Enciclopedia
General del Mar, es un “Instrumento de
madera, a modo de pala larga y estrecha, que sirve para impulsar las
embarcaciones haciendo fuerza en el agua”, pudiéndosele dividir en cuatro
partes: pala, caña, guión y puño.Para centrarnos en estas partes, recordemos que la pala es la parte que por el exterior de la embarcación se introduce en el agua, estando constituido por una parte central y más fuerte denominada nervio y dos partes laterales afinadas hacia su exterior, denominadas aletas. La caña es la parte del remo que por el exterior de la embarcación va desde la pala al luchadero, que es donde el remo se apoya en la borda (tapa de la regala) y se fija al tolete por medio del estrobo. El guión, ya en el interior de la embarcación, es por donde se sujeta el remo al efectuar la boga y que termina en un apéndice más fino denominado puño o bogavante.
Por
último y para terminar esta información, diremos que el remo es, en su
funcionamiento, una palanca de 2º género,
donde el punto de apoyo es el agua por medio de la pala, la resistencia es la generada por la misma
embarcación en su intento de desplazamiento y está aplicada en el tolete, y
la potencia es la aplicada por el
remero en el guión y puño.
Y
ahora a lo nuestro:El decir anteriormente que el remo es el método más antiguo de propulsión marina, hemos de puntualizar que es como lo conocemos en la actualidad, no siendo al parecer del todo cierto, pues en el más puro orden de su probable antigüedad, es en las navegaciones por las aguas de ríos y lagos (navegaciones fluvial y lacustre), donde en su más primitiva acepción, dicha propulsión se pudo hacer por medio de sirgas, arrastrando la embarcación desde las riberas, o por medio de largos palos manejados desde la misma embarcación y apoyándolos en el fondo para impulsarla.
En
la actualidad, todos sabemos de zonas en nuestro planeta en que todavía se usan
cotidianamente estos dos sistemas.
Este
sistema del largo palo para impulsar la embarcación, tal vez pueda considerarse
como el verdadero origen del remo, pues aunque fuese de una forma totalmente
casual, alguien debió darse cuenta que, aun sin tocar el fondo, solamente
empujando o golpeando el agua también se podía avanzar, pero solo en este tipo
de aguas del que hablamos, ya que en la mar no podían utilizarse, pues aparte
de sus mayores fondos, tanto por el empuje del viento como por la fuerza del
oleaje este sistema era totalmente inoperante.
El
siguiente paso y, sigamos elucubrando, fue el ensanchar un poco la parte del
palo que se introducía en el agua, con lo cual la palanca se hacía más
operativa y el movimiento de traslación de la embarcación más efectivo, y así
podemos pensar que como a estos personajes les molestaba y por lo tanto les sobraba
la mayor parte de la longitud del palo deciden acortarlo, dando paso a lo que puede
ser el origen del canalete.
Este
canalete, por lo tanto no deja de ser un remo corto con una pala ancha, ovalada
y generalmente postiza, se empleaba, y emplea, por el sistema de bogar al aire, o sea, sin emplear ni tolete, ni chumacera ni
horquilla, siendo por lo tanto curioso, el fijarse que por regla general, este
tipo de remo todavía se emplea en la mayoría de los pueblos navegantes situados
fuera del área de las civilizaciones llamadas clásicas (como las fenicias,
griegas y romanas), manejándolos a pulso, sin apoyarlos en la borda, y con el
remero mirando hacia proa.
En
las embarcaciones más pequeñas, como canoas y kayaks, en que la manga lo
permite, el canalete puede ser simple
o doble, ya conste de una sola pala o monte una pala en cada extremo, este
último con el fin de poder atacar por ambas bandas.
Una
variante del citado canaleta podría ser la pagaya,
que se diferencia de este por tener las palas algo más largas y estrechas.Estas pagayas las encontramos hoy día, aparte de entre los pueblos lapones y esquimales, en las embarcaciones de la Polinesia o praos y que ya fueron mencionadas por Magallanes y Elcano y descritas por Pigafetta. También hicieron mención de ellas Cook, Amos y Bouganville.
Aunque
posteriormente quedo generalizado este vocablo para denominar a este tipo de
embarcaciones, no es del todo correcto, pues recordemos que la palabra canoa,
proviene de América y entra en nuestro vocabulario a partir del siglo XV, tras
su Descubrimiento y Conquista.
Estos
praos, aparecen hace mas de mil años
como las primeras canoas de las que tenemos constancia que navegaran vela,
algunas con una rapidez admirable, y que se podían desplazar, como hemos dicho, tanto a
vela como a remo. En el primer caso armaba una vela triangular envergada en dos
perchas permanentes (pinza de cangrejo), de forma que por un sistema muy
sencillo, pues para efectuar la operación que hoy conocemos como izar la vela,
bastaba con abrir las perchas, y para arriarla se plegaban las mismas.
En
la composición de una canoa de la Polinesia, nos encontramos con las tres
partes más importantes (que suelen denominarse con nombres hawaianos), y que
son el casco principal, Waka Tìwaì,
en las embarcaciones menores y de pesca, y Taua
Waka, en las grandes
embarcaciones de guerra, al balancín o batanga se le denomina Ama,
y la estructura que une el casco al balancín, Aka.
Las
canoas preparadas para la vela, acostumbraban a navegar portando una sola
batanga, siempre a sotavento, con el fin de evitar el vuelco y suavizar el
abatimiento, mientras que las grandes
canoas para navegar a base de pagayas, armaban dos grandes batangas, una por cada
banda, lo que les confería una gran estabilidad y la posibilidad de alcanzar
velocidades realmente importantes..
Entre
los praos, los más impresionantes
eran los dedicados a la guerra, que bajo mando de un notable erigido sobre una
gran plataforma popal (lo que nosotros denominaríamos castillo), podían llegar
a medir sobre los 40 m. de eslora, con tan solo 1,75 m de manga, y movida hasta
por 60 guerreros, todos portando canaletes.
El
ritmo se marcaba golpeando con el caña del canalete la borda de la embarcación
tras el golpe de boga, y su gobierno se llevaba a cabo por medio de una o dos
grandes pagayas montadas sobre la aleta o aletas, a popa de la embarcación.
Pero
ahora volvamos a esta parte del mundo, en la cual el mayor exponente del uso
del canalete, lo encontramos en las
fluviales navegaciones egipcias, pues como sabemos, el tráfico de mercancías
ascendente o descendente a través del Sagrado Nilo para transportar hombres y bienes
se efectuaba por medio de balsas, o distintos tipos de botes y naves, era
intenso y constante.
En
Egipto, y como interés náutico, tenemos que saber que el viento dominante
siempre sopla de Norte a Sur, por lo cual cuando los barcos navegaban hacia el
Alto Egipto (hacia el Sur), izaban una vela rectangular para ser impelidos por
él aguas y corriente arriba, y estaban dotados para poder gobernarlos de
grandes canaletes que actuaban de timón situados sobre ambas aletas cerca de la
popa. En los jeroglíficos egipcios este viaje está representado por un barco
con las velas izadas
Ahora bien, cuando navegaban en dirección
contraria, corriente abajo, a sea hacia el Norte, arriaban la vela, puesto que
con su forma rectangular apenas les era útil al navegar contra el viento,
desaparejaban el mástil y los remeros sentados a lo largo de las bandas hacían
avanzar el barco aprovechando la ayuda que les brindaba navegar a favor de la
corriente del rio. En los jeroglíficos está representado por un barco sin
mástil ni velas.
Perdido
en la noche de los tiempos, poco o nada se sabe del origen del remo tal y como
lo conocemos ahora, pero saltando esa zona obscura y desconocida de su
historia, empezamos a tener ya noticias fidedignas de tan magnífico
instrumento, en las representaciones rupestres grabadas en cuevas y en los
bajorrelieves dejados para la posteridad por los egipcios de la época
faraónica, aunque sus más antiguas descripciones escritas nos vienen dadas,
tanto por Homero en La Ilíada, como
por Virgilio en La Eneida. No es muy difícil el conseguir datar el momento álgido de la historia del remo, ya que aunque la vela tuvo muchos siglos de plena expansión, no debemos olvidar que esta estuvo en la mayor parte de su larga existencia apoyada por el remo, que la complementaba en sus desplazamientos, varadas, atraques y desatraques, y que dentro de sus posibilidades la independizaba de la esclavitud a los vientos.
Recordemos que en España, la última galera, al parecer con el nombre de “Santa Bárbara” (conocida como “La Nueva”), máximo exponente de la era del remo, fue construida en el año 1794 en el Arsenal de Mahón.
Posteriormente
las galeras ya en desuso fueron convertidas en pontones y cárceles flotantes,
hasta que finalmente en el año 1805, y por Real Decreto se dan de baja estos
pontones, desapareciendo así las últimas galeras en España y comenzando la
expansión de los denominados “buques
mancos”, o en otras palabras los
que solo se movían basándose en el aprovechamiento de las direcciones y fuerzas
de los vientos por medio de sus distintos tipos de velas.
Pero
sigamos, el remo como sistema principal de impulso a los barcos, entra con la
desaparición de las galeras en un franco declive, pero sin desaparecer
totalmente sino que queda aplicado, ya solamente como servicio de apoyo en las
embarcaciones menores transportadas a bordo de los grandes navíos, o como
auxiliares portuarios para abastecimiento, conservación y tráfico de personas
en los distintos puertos donde recalaban los mencionados buques.
Y
sobre todo en las rías, ríos y lagos, donde por las dimensiones de los espacios
en los que operaban, la vela era prácticamente inoperante, lo cual solo dejaba
el remo como solución idónea.
El
ejemplo más claro, lo tenemos en “los barqueros”, hombres que se dedicaban a
pasar personas y mercancías de una orilla a la otra de ríos o lagos.En Llanes, villa fina, alegre y delicada donde las haya, existían “las barqueras”, por ser más eficientes, guapas y simpáticas que sus homólogos masculinos…. ¡Vaya digo yo!
Tan
solo, y durante una época algo más extensa, son usados con más asiduidad por
nuestras embarcaciones pesqueras, que cuando arrumbaban en demanda de las
playas de pesca, solían hacerlo a la vela, mas una vez allí, los movimientos y
pequeños desplazamientos que necesitaban para el control de la faena, los
efectuaban por medio de los remos que portaban.
Pero
el tiempo y la creatividad humana, van dando al traste con este nuestro
servicial amigo, y tras la aparición de motores cada vez más competentes, fiables
y de fácil manejo, y lleva a la práctica desaparición del remo como instrumento
de trabajo, relegándolo tan solo a su empleo en competiciones
náutico-deportivas.
Pero
esto no es de ahora, pues ya el gran Publio
Virgilio Marón, allá por los años 50 a.C. nos describe en “La Eneida”, y por primera vez, una
regata de remos.
Posteriormente
fueron los ingleses que hacia 1555, crearon una compañía de barqueros del
Támesis, que debidamente uniformados, convirtieron su quehacer en un servicio
urbano permanente, que además con el afán de dar un servicio lo más rápido
posible empezaron unas ligeras competiciones para ver quien llevaba sus
clientes hacia la otra orilla en el menor tiempo.
Esto
hizo que apareciera una competición ya mas organizada en el año 1716.
Es
hacia el año 1777, en que se tienen noticias fidedignas de una regata, aunque
según dicen los entendidos, es probable que se tratara de un cortejo por el
agua que de una regata real.
Por
lo tanto debemos esperar hasta 1793, en que tras inaugurar el Colegio de Eton
sus “Cursos de remo”, empiezan las competiciones contra la Universidad de
Oxford (1815), y siendo seguidas por la Universidad de Cambridge, dando
comienzo a las competiciones escolares y universitarias, de las cuales y hasta
nuestros días la más conocida es la mencionada Oxford-Cambridge.
Los
remeros defendían sus colores, basados en las famosas chaquetas y el sombrero
de copa. ¿Os lo podéis imaginar?.... ¡Remaban con sombrero de copa!A partir de aquí, la relación de países, competiciones y clubs que tienen como afición las regatas a remo, es casi interminable, por lo cual lo dejamos aquí, no sin antes apuntar, que para facilitar el trabajo de los remeros y aumentar su rendimiento, aparece el asiento móvil, de origen estadounidense allá por el año mil ochocientos setenta y tantos.
En España, son famosas las clásicas de traineras y trainerillas del Cantábrico, con trece remeros, o seis remeros y un patrón respectivamente, y en aguas de mar con ciaboga.
Los faluchos en el Levante español con ocho remeros y timonel, las jábegas en el litoral malagueño y provincias limítrofes, portando según su eslora de seis a catorce remeros más timonel, y presentando en ambas amuras sus característicos ojos (óculos), el llaüt con 8 remeros más timonel, típicos de las costas catalanas
En fin, una serie de eventos deportivos basados en la utilización de nuestras clásicas embarcaciones pesqueras, pero que el contar como son y cómo se hacen, es otra historia y algún día nos interesaremos por ella.
Pero
mientras tanto, ¿Habéis pensado alguna vez que podríamos considerar los
potentes motores de nuestras actuales naves, como el resultado de la más
moderna, tecnológica y sofisticada evolución de nuestro humilde remo?
Regata de
traineras
Hasta
la vista
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