Monumento
a 'Los Raqueros'
En mayo de 1999 quedó inaugurado este conjunto
escultórico realizado por José Cobo Calderón a partir de una imagen real que
durante años se pudo ver en este punto de la ciudad.
http://www.youtube.com/watch_popup?v=O88d08A_EHs&feature=youtu.beUno de los mayores atractivos, que para mi tiene este “diañu” de planeta nuestro, es sin duda la Mar y todos sus periféricos (como dirían los informáticos), o sea, barcos, marinerías, palabras y leyendas. Por eso, y como siempre ando espatuyando en ese mundo y leyendo todo lo que sobre el tema cae en mis manos, hay veces que te encuentras con palabras, que cuando las vas siguiendo, hasta lo que podríamos determinar cómo sus etimologías, te encuentras con cosas muy curiosas. Esto me ocurrió con esta que os presento y que voy a intentar explicavoslo.
Como
todos podemos imaginarnos, una de las mayores tropelías que se podía (y se
puede), hacer en la Mar, es la de engañar a los barcos que por un motivo u
otro, sobre todo el debido al mal tiempo, se acercaban a la costa en demanda de
algún puerto de refugio, con el fin de hacerlos embarrancar y poder así
abalanzarse sobre los despojos de barcos y tripulaciones, pasando a cuchillo a
estos últimos, para no dejar testigos que ante la justicia los pudieran
envolver en quejas y reclamaciones.
Sobre
la etimología d la palabra raque, hay
varias tendencias, ya que mientras unos dicen que proviene del latín rapio-is (arrebatar, arrastrar, llevar violenta o precipitadamente), otros
creen que proviene del inglés wrecker (ladrón de barcos, saqueador de naufragios),
mientras un tercer grupo defiende su origen en la palabra alemana wrack como barco naufragado o resto de
naufragio. Del origen o la forma que fuese, derivó fonéticamente al español
como raque, que según la Real
Academia Española de la Lengua, “es el
acto de recoger los objetos perdidos en las costas por algún naufragio o
echazón”. Lo que nos lleva a echazón,
como “acción y efecto de arrojar al agua
la carga, o parte de ella, u otros objetos pesados de un buque, cuando es
necesario aligerarlo principalmente por causa de un temporal”.
Hasta
aquí podríamos decir en líneas generales, que todo es legal y éticamente
realizable, pues “lo que hay en la mar es
de quien lo encuentra”, ya que en un principio las gentes de la costa que
veía un barco en apuros, lo que procuraban ante todo era su salvamento,
recogiendo, en el caso de un naufragio, todo aquello que fuera aprovechable
antes de que la Mar se lo llevase para siempre.
Con
el tiempo, algunos desaprensivos pensaron que naufragaban menos barcos de los
que ellos deseaban, y que provocando sus naufragios, el botín a recoger sería
bastante más substancioso que si lo dejaban en manos del todopoderoso Océano.
Idearon
para conseguir sus objetivos sistemas diferentes de engaño, como el encender
luces en la costa para lograr confundir a los barcos que pensaban encontrarse
ante algún faro o farola que les indicaba la entrada en algún refugio, u otro
sistema más sofisticado, que consistía en pasear a lo largo de la costa, unos
bueyes que portaban unos fanales encendidos, y que con el movimiento de los animales
al andar, y por lo tanto el balanceo
que les daban a las luces, hacían creer a las tripulaciones que entre ellos y
la tierra se encontraba otro barco, por lo que no pensando que les acechase
ningún peligro, se acercaban a la costa donde les estaban esperando los
peligrosos bajíos que desencadenaban la catástrofe ansiadamente esperada por
los piratas de la costa. A estos desalmados que se dedicaron a andar al raque, se les denominó, por
derivación de la palabra original, raqueros.
También
se llamaban raqueras, a unas
embarcaciones de eslora media y de poco calado, que iban armadas con una colisa, o lo que es lo mismo, un cañón
por lo general de grueso calibre, que se montaba en la crujía de la
embarcación, sobre una cureña sin ruedas, y que
se desplazaba a lo largo de esta. Se dedicaba esta raquera a ejercitar el contrabando, robar y piratear a lo largo de
las costas del Canal Viejo de Bahamas. Las tripulaciones de estas
embarcaciones portaban además, como armas ofensivas algunos fusiles, pistolas,
machetes y hachas para el buen ejercicio
de su oficio, teniendo su apogeo entre la mitad del siglo XVI y finales del
XVII. Es en esta época cuando aparece, como ya he dicho, la derivación fonética
entre la palabra alemana wrack y la
palabra española raque, pues había
una importante cantidad de piratas holandeses y alemanes, mezclados con
hispanos, tanto en los puertos donde acostumbraban a recalar para hacer aguadas
y abastecerse de víveres y pertrechos, como en las mismas tripulaciones, que se
alimentaban de personas de distintas nacionalidades, siempre y cuando se
juramentaran en las Leyes de la Compañía.
Ahora
bien, solo hay una ciudad en toda a costa española, donde la palabra raquero tiene otro sentido, y esta ciudad
es Santander, en Cantabria
En
dicha ciudad, y según los habitantes de la zona de los muelles, con el nombre
de raqueros se designaba a los niños marginales, huérfanos o de
extracción humilde, que frecuentaban los muelles de Santander durante el siglo XIX y principios del XX,
sobreviviendo de pequeños hurtos y de las monedas que los pasajeros y
tripulantes de los barcos arrojaban al mar para que las sacasen buceando. Este apelativo,
raquers, que fue aportado por los
tripulantes y pasajeros de los barcos ingleses, a los que también robaban ante
el más mínimo descuido, terminó pronunciado en una versión castellanizada como raquero.
Con el tiempo, estos críos llegaron a ser una
atracción. Pescaban y pasaban el día en el muelle, bañándose generalmente
desnudos o semidesnudos. La gente les tiraba monedas (perras) al agua para que las sacaran buceando, y se les pagaba por
rescatar cosas que caían desde el muelle, como sombreros, alpargatas o
cualquier otra cosa.
Entre
las gentes de la costa, apareció otra acepción de la palabra raquero, o raquera, que de todo hay en los Mares del Señor, y es la que
designa a la persona maleducada, ordinaria, chillona y malhablada. En fin un
encanto.
Actualmente
hay un pequeño tipo de monocasco, especifico para iniciarse en el arte de la
navegación a vela, que también se le conoce con el nombre de raquero
Vela
ligera - Navegando en Raquero
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