Aunque a todos los conocía
desde niño, he tenido la suerte de contactar en más profundidad con un grupo de
personas de alta raigambre llanisca, con los que me reúno todos los días en la
terraza de La Casa del Mar, con el fin de tomar el cafetín de la mañana (alguno
acompañado de un pinchu de tortilla), al mismo tiempo que cambian opiniones y
discuten sobre variadísimos temas, como pueden ser, las relaciones del presidente
Marqués y el PP, las obras del puerto de Llanes y sus dragados periódicos, o
sobre los tres grandes misterios de la humanidad… ¿Qué hay después de la vida?... ¿Cuál
es el origen de los agujeros negros del espacio? y… ¿Por qué los puñeteros calamares no están nunca donde deberían estar?
¡Esta es gorda!
A estas personas me acerqué
para que me contaran cosas del Llanes que tan bien conocieron y conocen, y
entre todos trasmitir, a través del Oriente
de Asturias, todos esos recuerdos, hoy historia, para deleite de unos y
añoranzas de otros, pero que a muchos nos gustaría volver a experimentar,
aunque sin olvidar jamás que existieron momentos muy duros y difíciles.Me aceptaron entre ellos, y aquí estoy a partir de ahora con muchas ganas de contaros sus anécdotas.
Formamos la tertulia Casa
del Mar, teniendo como pilares de base a estos cuatro grandes personajes.
Cote “El Patón”, de
memoria prodigiosa, de grandes conocimientos y con una fluidez de palabra y
forma de explicar las cosas que causa verdadera admiración.
A su izquierda se sienta Tiquiano
“La Nutria”, persona simpática donde las haya, buen conocedor de vidas
y haciendas de todo lo relacionado con la Mar, y que por regla general, es el
que presenta los temas a discutir.
A la derecha de Cote, que
como ya he dicho, por su tranquilidad y saber estar es como el padre de
nosotros todos, posa sus reales Paquín
“El Roxiu”, de gran rapidez mental y facilidad de contestación, y que con
una habilidad extraordinaria, le falta tiempo para provocar a Tiquiano, calentando rápidamente los
ánimos de la tertulia.
Por último, y sentándose
casi siempre por donde le da la gana (como decían los de Santa Ana), está el
célebre Ramón “El Cortalixiu”,
persona de gran aplomo, de pocas palabras, y con un sutil sentido del humor, de
tal forma que cuando habla su palabra es sentencia.
Como se diría en términos
taurinos, me encuentro ante cuatro
primeros espadas, por lo que espero, tal como he dicho, poder trasmitir sus
comentarios y anécdotas, en las que asiduamente las risas y carcajadas no dejan
hablar a unos, para enfado y desesperación de otros.
Pero no pasa nada, realmente
impresiona sentir como la escurridiza diosa Amistad aúna en un fuerte abrazo a
cuatro personas como las que nos ocupan.
Podéis estar seguros, que es
para mí un verdadero placer el poder sentarme entre ellos.
Hasta la vista
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