miércoles, 30 de noviembre de 2011

Ictiocantotoxicosis

 Queridos “orienteadictos”. ¿Cómo se os ha quedado el cuerpo al leer la palabreja que titula este artículo?. Pues no se asuste el personal, es nada más que la denominación que se le da al envenenamiento producido por heridas punzantes de espinas de peces venenosos. O sea, lo que produce el pinchazo de un pez escorpión, y que como comprenderéis, eso solo lo sabía nuestro admirado Dn. Paco Flórez y algún otro más.

El envenenamiento producido por este tipo de peces, no es que sean muy comunes en nuestra costa, pero como “haberlos haylos”, se dan muchos casos en los que están involucrados el citado escorpión, el cabracho, el “tiñosu”, el chuchu y aunque no lo parezca, el rape, el besugo, la merluza, y nos queda aquí por no nombrar a casi todos los habitantes de la mar salada, incluido el simpático y humilde “panchín”.

No hay antídoto específico, o suero antivenenoso contra este tipo de ataques, excepto para el veneno del famoso pez piedra, que se considera tan potente como el de una cobra, pero como ese se encuentra en Australia y alrededores…   ¡Pues eso!... ¡Ni lo contamos!

Por lo tanto, vamos a empezar por el escorpión (Trachinus graco). Frecuente en nuestras costas, mide entre 10 y 40 cm. Y con la costumbre de enterrarse en la arena, dejan solo visibles los ojos y la aleta dorsal, formada por tres radios espinosos y unidos por una membrana de color negro, altamente llamativa, pueden ser pisados accidentalmente, produciendo en ese momento la descarga del veneno a través de unos tubos capilares que recorren longitudinalmente el interior de la misma hasta su punta. Además para que no le falte de nada a nuestro amigo, porta dos aguijones, también venenosos en los bordes de cada uno de los opérculos.

Cuando los sacas con caña, tienen la costumbre de plegar la aleta dorsal, y la abren con gran celeridad cuando los vas a coger para desanzuelarlos, con la sana intención de que tu mismo te hagas la “avería”.

Su picadura produce un dolor punzante muy intenso que se irradia a todo el miembro (sea brazo o pierna malpensados) persistiendo entre  2 y 24 horas con palidez, edema, y adormecimiento, que en ciertos casos puede continuar hasta los 10 ó 12 días.

Aparte del veneno, las infecciones secundarias son frecuentes y en algunos casos importantes, como la necrosis y la gangrena y que han llegado a requerir la amputación, sobre todo si se  ha dilatado la visita al Hospital más de 72 horas. Hay otras ocasiones en que aparecen síntomas mas graves como dificultad respiratoria, visión borrosa, convulsiones, coma y muerte por parada cardiorrespiratoria. Pero bueno vamos a dejar esto por que son casos extremos y ya sabemos quien nos puede explicar mucho mas y con gran conocimiento de causa.

Hay que tener mucho cuidado con este bicho que tiene muy mala “milk”.

Si no me creéis, preguntarle a Fonsín, que no hace mucho le “enganchó” uno en la mano cuando estaba pescando y el hombre como pudo, “dio avante toda” y volvió al puerto cuando “ya le iba mal”, y le volvió a “ir mal” una segunda vez, pero ya estaba tumbado en una camilla del Ambulatorio. Y eso que su experiencia está mas que demostrada, pero así y todo, en una tertulia le oí decir que a él, cuando ve entrar a bordo un tiñosu …”Le duele hasta el conocimientu”.

El cabracho y el tiñosu, tienen espinas venenosas, creo yo,  hasta en las pestañas y pueden causar pinchazos con las espinas radiales de su aleta dorsal, pélvica y anal, y aunque los efectos de su veneno son leves, no dejan de ser dolorosos durante horas o incluso  días, produciendo inflamación local e infectándose con mucha facilidad.

Pedro y Ramonín, del “Sandra Maria”, me comentaban que “no hay dolor mas doloroso, no hay dolor  mas inhumano, que el que produce un cabrachín cuando te mete una espina por debajo de la uña de una mano”. ¡La recaraba!

Respecto al chucho, este es otra cosa, pues cuando te da el coletazo y te alcanza en  una pierna con la púa que porta en la base de la cola, produce una laceración sangrante y dolorosa, y además del desgarro mas o menos profundo que causa, se rompe la estructura que recubre la púa y se libera el veneno que hay en su interior, produciendo inmediatamente un dolor muy intenso.

En otra línea, lo que podemos contar sobre la morena y el congrio, es que aunque estos animales no portan ningún tipo de veneno en ellos, sus ataques pueden ser muy molestos por la gran facilidad que tienen en infectarse las heridas producidas por sus mordeduras.

¿Qué cómo se combaten todos estos envenenamientos e infecciones?. Pues parece ser que se debe limpiar la herida con suero salino frío para arrastrar los restos de tegumento y aguijón, provocar vasoconstricción que reduce la cantidad de veneno que pasa a la sangre, sumergir el miembro afectado en agua caliente ya que puede inactivar las toxinas de los peces que son termolábiles y se inactivan por el calor, al mismo tiempo que aliviaremos el dolor y asociaremos analgésicos, no morfínicos con el mismo fin.
Cuando el dolor sea muy intenso, se precisará una infiltración de novocaina, o anestesia regional con xilocaína ó bupivacaína.

¡Y hasta aquí he llegado!. Lo estoy copiando y no entiendo nada, por lo cual diríjase el personal interesado en ampliar conocimientos sobre este tema a la fuente ya mencionada.

¿Pero como lo hacían nuestros mayores?.

Eso es pescau de otra caja y casi puedo entenderlo, porque veréis, para contrarrestar estos pinchazos y “envenenaciones” (esta palabra se la he oído decir a una persona muy querida de El Cuetu), los que nos preceden ó precedieron, efectuaban algunas operaciones que por lo visto daban buenos resultados.

Una de ellas era golpear la mano afectada contra la regala de la lancha, o puesta sobre la misma golpearla con un palo, con el fin de hacer correr la sangre y arrastrar hacia el exterior el veneno, al mismo tiempo que facilitaba la extracción del resto de la espina que hubiera quedado clavada en la piel.

También se hacia, ante la picadura de un escorpión, el sacarle los hígados al animal que les había pinchado y poniéndolos encima de la herida apretarlos con cierta fuerza, esperar hasta la pleamar si la mar estaba en llenante, o hasta la bajamar si esta estaba en vaciante, con lo cual el dolor desaparecía.

Otra buena manera es el echar una buena  meadina en la mano afectada por el veneno, y frotar ambas manos con energía primero para cortar el dolor, desinfectarlas y por último curtirlas y endurecerlas… “echando callo”.

Que sabios eran nuestros antiguos, ya que la orina contiene urea y amoniaco, y este hoy en día se usa para calmar los pinchazos que aporten toxinas. A mí me lo han dicho ¡Ye mu guenu el “almoniaco” para estas cosas!

Introduciendo las manos en agua lo mas caliente posible, con sal y vinagre, se sacaban las espinas de las merluzas, besugos, pinchos de oricios, ya que esta solución ablanda la piel, facilitando las extracciones, al mismo tiempo que disuelve la caliza de que están compuestos estos cuerpos extraños.

En la mar hay múltiples y diversas situaciones raras, como la que le pasó una vez a Machi, que estando a percebes y con el agua hasta el pecho, sintió un picotazo y en minutos se le puso la pierna como una bota. …¿Le había mordido un pulpe!

Y es que al bueno de Machi, le ha pasado de todo, como la vez que estando a calamares y habiendo dado con el balamu, al lanzar el aparejo, se pincho en la mano con la sibionera que no estaba totalmente limpia y al desclavarse las agujas, quedo dentro algo de tinta. En unos segundos le salió un bulto como un huevo de paloma que le dolía “a rabiar”.Cuando se presentó en la Cruz Roja, a que se lo curaran  (inyección y tres días de venda), el médico le comentó que la tinta del calamar era altamente tóxica. ¡Fíjate, quien lo iba a decir!.

A mi personalmente me enganchó una vez, por un descuido,  un escorpión pequeño que acababa de pescar detrás del fuerte. El dolor fue inmediato y serio, sobre todo cuando bajaba la mano, por lo que al dirigirme hacia mi casa, tuve la suerte de encontrarme con el inolvidable amigo Paco Fragarán, el cual al saber lo que había ocurrido, me llevó hasta la Xana y empapando un trapo en gasoil me  envolvió la mano con el trapo muy apretado. Os digo que fue “mano de santo”, pues al poco rato ya no me dolía y estaba nuevo, “como de paquete”.

Por último podemos apuntar también la ciguatera como una enfermedad producida por la ingestión de peces que la padezcan (ciguatos). Esta intoxicación se produce por la presencia en el cuerpo dichos animales de una toxina denominada ciguatoxina, que puede afectar al aparato digestivo, sistema nervioso y aparato cardiovascular, produciendo dolores abdominales, diarreas, nauseas y vómitos, parálisis en las extremidades, braquicardia e hipotensión.

¡En fin! Una de esas alegrías que te da la mar, cuando juegas con ella sin tomar las debidas precauciones.

De todas formas, siempre hay que contar con la resistencia que cada persona tiene a las alergias de materias tóxicas o a este tipo de venenos, por lo que sus reacciones son totalmente distintas, aguantando unas personas todos los bagazos que les echen, mientras que a otras las rinde nada mas aparecer los primeros síntomas.

                                            
                                                                                                               
                                                                                                            Fernando Suárez Cué
                                                                                                Barcelona, a 13 de Febrero de 2005







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