miércoles, 30 de noviembre de 2011

Nostalgia en los recuerdos (Charlando con mi amigo Paco Fragarán)

¡Concho amigu!. Vaya rinconín guapu que te has mangado aquí. No hay quien te moleste, no hay quien te dirija, y no hay hijo de cristiano que te diga, en este tu feudo, como te tienes que rascar la nariz. ¡En fin! ...  Que casi puedes hablar con los arcángeles de tu a tu.

Con tu permiso, me voy a quedar un poquitín aquí, viendo como construyes ese barco, y de paso comentarte una cosa que me viene dando vueltas desde hace tiempo.

¡Verás!. Estaba pensando que el implacable Cronos  - Dios del tiempo -  no perdona; que todo lo devora, ya que fíjate que inclusive devoró a sus propios hijos. ¡Con esto te lo digo todo!. Pero se han perdido algunas costumbres que se desarrollaban única y exclusivamente por el tiempo que se empleaban en ellas. En una palabra, por el tiempo que se podía usar sin escatimarlo para nada, porque en realidad era lo único que sobraba. Faltaba de todo, carbón, comida, electricidad, ropas... ¡Pero tiempo? ... ¡Tiempo sobraba!

Recuerdo a mis progenitores con nostalgia, cuando mi madre le decía a mi padre...”Fernando, ¿Me acompañas hasta Vega, que quiero compras el postre?”. A lo que mi padre, con la socarronería de los de Sama le contestaba. “¡De acuerdo Teresína! ... “Siempre y cuando me prometas que tardaremos menos de una hora y media en pasar la calle Mayor, y luego menos de otra media hora en cruzar El Puente”.

¡Y es verdad! Si a mí me ocurre lo mismo. Se cuando salgo de casa y jamas cuando regreso. ...¡Fernandín si vas a la Villa, procura tráete el pan... pero no te entretengas mucho que son las once y comemos a las dos y media!

Y es que claro, como te encuentras con personas a las que les profesas un fuerte cariño y  a las que hace tiempo no has visto, pues, aquí te paras, allí te saludan, mas tarde te interesas, después cuentas y te cuentan, posteriormente te llaman. En fin, tiempo empleado... ¡Para que? ... ¡Pues para nada y para todo! No te dejan hablar... ¿Verdad Paco? ...  y no dejas hablar... ¿No es cierto Juan?

Y es que amigo... ¡Verá Vd.! (principio de frase con que contestan los políticos a una pregunta “incómoda”), la cosa puede comenzar mas o menos así cuando te encuentras con una persona ha la que hace tiempo no has visto.

¡Ave María Purísima! ... ¡Ave María Purísima! ... ¡Ave María Purísima!

¡Pero mira quien está aquí! ... ¡Pero chachu! ... ¿Cuando llegasti?
Pues ayer a media tar...
¡Virgen de Guía! ... ¿Y cuándo te vas?
Pensamos quedarnos todo el mes de Agost ...
¿Viniste solu?
¡Pues no! Vinimos toda la fam...
Que bien te veo... ¿Engordasti, no chachu? (Hala, los sacrificios del régimen primaveral a hacer gárgaras).
Pues...
¡Ya vos echábamos en falta!.... ¡No estuvisteis para la Fiestona!.
No. Ya te dije que llegamos...
Por cierto, aquí tengo unas papeletas, que te guardé para el sorteo del bando. ¿Cuántas te pongo?
Pues ... ¿A que precio las tienes?
¡Toma todas estas! No ibas a ser menos que tus hermanos... (Ya hablaré yo con Ana Teresa y Carlos).
¡Vale dámelas! ... Por cierto, a ti si  te encuentro muy bien.
¡Ay, hiju miu! No te lo creas. Estoy muy mal. Ando de médicos de aquí para allá, y no sabes el Calvario que estoy pasando.
¡Vaya por Dios! ...¿Y que te pasa?
¡Pues que estoy muy malina! ¿No ves como ando?
Mujer, a simple vista, no te veo yo que... (sin enterarme de lo que le pasa).
¡Pues si hiju, si! Pero para un pocu, el que está muy malín, muy malín, pero que muy malín, es el mi hombre.
¡Concho! ... (y ya son dos las cosas de las que no me entero).
Si lo vieras no lo reconocerías. Se le ha puesto una carina de pitu, que cuando lo veas no lo vas a conocer.
¿Pero de que se trata? ... ¿Es algo serio?
¡Muy serio!. Porque el probitín esta que da pena verlo. Y con lo santu que es, da mas pena entovia.
¿Quieres atracar y contarme lo que pasa?
¡Verás!. Por lo visto, según le dijo el dotor, tiene el con-este-sol (Por colesterol. Eso lo oí yo), malu disparau, y le prohibió comer y beber totalmente.
¿No exageras un poquitín?
No lo creas. Ya sabes que el mi hombre es un pocu burru para sus cosas, y como el dice que... ¿Cómo se puede estar enfermo de una cosa que no sabe ni lo que es? ... ¡Pues eso! Come, bebe y hace lo que le da por  la gana (¡Vaya! Como los de Santa Ana), por lo que no consigo hacer vida de él. Así que me tiene amargadina, como si yo con lo miu no tuviera bastante. ¡Así que ya ves hiju! ¿Qué quieres que te cuente?

¿Como que quiero que me cuente?. Pues que me cuente algo porque lo que yo, es que no me he enterado de nada

En fin, que así se cuenta la historia. Salí de la casa de Santa Ana hace tres cuartos de hora y todavía no llegué a la Plaza de la Magdalena. En lugar de la comida, no se si llegaré con suerte a la merienda.

Pero en el fondo, amigo, es lo mejor que te puede suceder. Estos ratos son impagables, como lo son también las tertulias por la noche en La Barra (para mi siempre será La Barra), con personas a las que me une un gran aprecio, mientras tienes las varas lanzadas. Ellas van a pescar, y yo, si pesco bien, y si no también, ya que lo mas importante es el poder pasar un rato en su compañía.

Recuerdo las inolvidables charlas con Ana María, en su casona de Santa Ana, donde nos reímos a gusto, oyéndola contar anécdotas de los familiares que nos precedieron, pues como ya sabéis, en Llanes siempre hubo gente muy célebre, pero los de “Santana” eran desternillantes.

¡En fin, amigo! Todo esto va pasando y ya quedan pocos, desgraciadamente, de nuestros mayores que nos puedan relatar cosas de Llanes, de ese Llanes que tan profundamente conocieron y vivieron. De ese Llanes que tenía el privilegio y la potestad de poder detener el tiempo para que sus hijos pudieran disfrutar de él.

Eso ya no volverá, así que a estas personas que tanto lo vivieron y que tanto lucharon para que nosotros pudiéramos conocerlo, escuchémoslas con respeto y devoción.
¡Eso saldremos ganando!





                                                                                   Llanes, a 16 de Noviembre de 2009  
                                                                                               Fernando Suárez Cué


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta este artículo. Siempre es bueno recordar...

Anónimo dijo...

No te pongas tan nostálgico. Mira adelante, que al fin solamente somos setentañeros y nos queda mecha. JR

ana teresa dijo...

Hermano, es un placer leerte, que buenos recuerdos de nuestra infancia y juventud, que bien descritos, sobre todo el "cuando marchas", llegar a algun sitio costaba un tiempo y más si lo hacias acompañanado a mamá. Espero con ganas tu siguiente tema.

Anónimo dijo...

Chapo Fernando, me encanta todo lo que estoy leyendo. Gracias por hacerme pasar ratos tan buenos.

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