jueves, 8 de marzo de 2012

Por desgracia, no todos somos así

¡Ye verdad! Por desgracia, son ya pocos los marineros y patrones de nuestra vieja flota de pesca, que nos quedan en este Llanes, de nuestras ilusiones y  alegrías (las tristezas ni nombrarlas).

Formando parte de este selecto grupo – y repito, selecto grupo – se encuentran dos personajes que tuvieron la rara habilidad, que después de formar sociedad en varias empresas como copropietarios de distintas embarcaciones, se separaron - al tomar cada uno su propio camino -  pero conservando una amistad, que no solo viene desde antiguo, sino que conociéndoles a “ambos dos” es seguro que perdurará ya para siempre.

Tuve la oportunidad de mantener una reunión con ellos en mi ultima visita a la Villa, (por cierto acompañados por Monseñor)... ¿Qué quien es Monseñor? ...  ¡Amigos míos eso hay que preguntarlo al Vaticano!, o a Pacoché que igual lo sabe.

Como decía, da gusto verlos como se tratan, con que respeto se hablan ( o discuten), y que saque tienen los dos, que …  ¡Eso también hay que velo!. ¡Vaya dos limas!

Me estoy refiriendo a Dn. Francisco Herrero Melijosa – TISTO – y a Dn. Antonio Batalla Díaz – MACHI -  y no digo para los amigos, porque… TISTO será TISTO y MACHI será MACHI…,  aunque se junten los cielos con la tierra, y la Punta dell Guruñu” mire al Sur.

Pertenecientes  a “antigüisimas” familias de pescadores llaniscos, fueron protagonistas de tales trabajos y aventuras que si la todopoderosa Industria Cinematográfica Norteamericana, lo relatara en cualquiera de sus películas de aventuras, diríamos   ¡Que exagerados son! En fin, que a su lado, “La Tormenta perfecta” quedaría en una resaquina en el Sablín….  ¡Me he pasado. Soy consciente de que me he pasado!

Por parte de TISTO, la historia podríamos comenzarla en el abuelo, Francisco Herrero, que siendo sacristán dio nombre a las familia – “Los Sacristanes” –, y por parte de la madre la inolvidable Josefa Melijosa, y que del padre Nicolás Melijosa recibieron el nombre de “Los Parrau”, quizá debido a que este gran pescador, se pasaba la vida mas en la Mar que en tierra. Pero en fin,  son y serán siempre “Los Herrero”.

Por parte de MACHI, su abuelo Manuel Batalla (Jani), procedía de la encantadora Villa de Tazones, en el Centro de la Costa Asturiana. Su madre, la querida Esperanza Díaz, era oriunda de Benia (Onís) y  llamaban a su familia “Los Camará”, por Ramón Batalla (Camará).

Hasta aquí creo que voy bien, de no ser así, ruego se me corrija lo antes posible, para que no se nos enrede el arpeu.

Aunque es muy difícil relatar los hechos de nuestros protagonistas, pues se amontonan uno tras otro, podríamos decir, que comienza toda esta patota en la barquilla de Manolo “El Garbanzu”, suegro de Machi.

Mas tarde, forman una sociedad, y se embarcan (nunca mejor dicho), en la compra de una lancha en San Vicente, de nombre “Corazón de María”, para tras unos años de faenas y trabajos, venderla, con el fin de poder comprarle al Sr, Valle, una lancha de su propiedad llamada “Sisina”. No le cambian el nombre, pues para Valle, dicho nombre estaba lleno de recuerdos e ilusiones pues era el de su hija.

Años después arman la embarcación “Virgen de Guía”, siendo esta la última que compartieron en propiedad como socios, pues ahí fue cuando deshicieron la sociedad, quedándose Machi con la lancha, mientras Tisto compraba la “Cinco Hermanos. Mas tarde, Machi vendería la “Virgen de Guía” para comprar una preciosa lancha, a la que  para hacer honor a su nombre la llamarían “La Guapa”.

Y ahora es cuando nos podemos encontrar en un verdadero lío, para contar las aventuras y situaciones en las, que a lo largo de la vida, se encontrarían nuestros dos protagonistas, ya que sus correrías, nos podrían llevar a “cienes y cienes” de relatos, que tuvieron como único  objetivo el de formar y levantar a sus familias, para llegar al final de sus vidas profesionales, a una merecidísima jubilación rodeados de sus seres mas queridos.

Pero… ¡Ojito con el aparejo! … Aunque el mérito se les atribuye solo a ellos, y aunque bien es verdad que en la mayoría de los casos tuvieron suerte … tuvieron la suerte del trabajador, o sea, que cuando la suerte tropieza con uno, te tiene que encontrar trabajando, sino … ¡Agua de castañas!. En esta vida, si te quedas en casa, nadie te va a traer nada, ¡Hay que zarpar a por ello!

Y repito tuvieron la suerte, de que en la singladura de la vida, estuvieran acompañados, aconsejados y cuidados por Paquita y Yoyi, que luchando codo a codo siempre a su lado, no dejaron ni por un momento en alentarlos para conseguir los objetivos que se propusieron, y sobre todo aguantarles, porque admirados Machi y Tisto,... ¡Bastante tuvieron y tienen que aguantaros! …¿O no amigos?

Iban a por todas, como cuando fueron a Santa Clara, Garbanzu, Machi, Tisto y Tin-Tan (padre de este último). Machi llevaba, lo que los técnicos en medicina popular denominan unas “anginas de caballo”, y estuvo aguantando en la lastra, hasta que lo recogió un bote de Cué y llevándolo hasta la Villa, lo mando a casa. Cuando llegó, el termómetro que le pusieron pego un salto hasta los 41º de temperatura. …¡Y el hombre a percebes!.

Pero no escarmienta, y junto a Pitito, y Tisto, sale a la mar y durante cinco días se dedican a recoger percebes, repartiendo este tiempo en , 3 días en La Aguada, 1 día en Satiuste y el último en Ballota, consiguiendo en total 900 Kg. ¡Es verdad!. No quito ni 100 gr.

En esos días, en Llanes, el percebe se pagaba 7  Ptas/Kg., pero como sabían que en Torrelavega se llagaban a pagar hasta 17 Ptas./Kg., para allá marcho el bueno de Machi, con 190 Kg. para ver si los vendía en esa ciudad cántabra.

Cuando Tisto y Pitito, lo fueron a buscar, lo encontraron sentado el la Rambla de la Dársena, loco de alegría por haberlos vendido todos. Llevaba casi dos días sin probar bocado y con solo dos “blancos” en el estómago, ya que entre la preocupación por venderlos, y la alegría por haberlo conseguido, se había olvidado hasta de comer.

El verdadero terror de Machi, eran los oricios.
Eso fue debido a que una vez se juntaron Careto, Pura, Yoyi y Machi, y marcharon andando hacia Torimbia a oricios, que por lo visto los tenían ya vendidos a Ángeles “La Carrilana”.
Cogieron 300 Kg. de ellos, repartidos en 6 sacos de unos 50 Kg. cada uno. Agarran los hombres los sacos, y al hombro – con todo lo que suponen las púas del bicho – empiezan a subir desde la playa a la plana de arriba, y desde allí, andando hasta Posada, donde cogieron un mercancías hasta Llanes, encontrándose cuando llegaron, que ya no los querían. ¡Cruz y raya! …Dijo Machi. Y desde entonces no volvió jamás a oricios.

De nuevo Tisto y Machi, junto con Paquita y Yoyi, marchan un día a las 8 de la mañana con la barquilla del suegro de Machi a la Barra a por ocle. Tisto y Machi cargaban la barquilla y la descargaban en “El Manolito”, desde las dos mujeres y Garbanzu, lo subían hasta “La Barra”.
Asi estuvieron hasta bien entrada la tarde, en que volvieron a casa a cenar, para regresar de nuevo a la faena a las 9 de la noche.
Cerca de la 1 de la madrugada, Tisto que como gran observador, no perdía de vista la mar, ve la ocasión, y propone ir a percebes. Machi rápidamente se apunta, y con dos bocadillos y una botella de agua, se ponen a los remos y boga que te boga, se van hasta La Aguada (10 millas), adonde llegan hacia las 7,30 de la mañana. Levantaron 130 Kg. de percebes, y otra vez de vuelta a casa bogando hasta Llanes.

Y es que esta pareja no perdía pistonada. La cosa era llevar “perras p´a casa”.

Y es, como dije antes,  iban a por todas, como cuando se encontraron en “La Cueva del Chano”, con tan solo 30 Kg. de percebes, y la mar rompiendo en “La Plancha” y ellos aguantando, que en casa se necesitaba. …¡Y habrá personas que no lo crean!. Pero fue verdad.
Y es que se podía hacer, ya que Tisto siempre iba con  tiempo suficiente, lo que le permitía indagar  y estudiar zonas y profundidades, en las que mas tarde probaba fortuna, tanto a mano como con aparejos. El resultado de estos estudios y análisis, era que la “suerte” le sonreía la mayoría de las veces a él y a los que le acompañaban.

Como cuando fueron a “El Burru”, al W de “Peña Quinera”, y a N-S con “Las Palomas” . Por cierto las llamaban así, porque desde la Mar cuando soplaba el “Bufón de Satiuste”, el roción que salía parecía una bandada de estas aves.
Pues como iba diciendo, Allí encontraron un bajo al que Tisto ya le tenía echado el ojo por haberlo estudiado con anterioridad, y que a bajamar y con agua clara se ve a simple vista, y largaron una andanada de cestas. El resultado fue una buena marea de langostas, de entre 3 y 4 Kg. cada una, dando las mayores de todas 5,5 Kg. Eran – como aun dice Machi – langostas “tiñosas”, o vieyas,  que p´al casu ye  lo mismu.

Pero los que traían a mal traer a nuestros amigos, eran los percebes .A eso si
No se porque, una vez entraron en San Antonio, probablemente, porque vieron el mal semblante que empezaba a tener el ambiente, así que como os digo,  vararon y se dirigieron andando hasta el pueblo, en donde al llegar y pasar por delante de la Iglesia, se les dirige Pitito, que iba con ellos, y muy ofendido les dice… ¡Una señora me ha dado una perrona! …¿Pero que se ha creído, que soy un “mangante”?. Y es que la pinta que debían de llevar todos ellos, debía de ser pistonuda.

No se puede decir que fueran supersticiosos, pero... “como haberlas ahílas”...  en sus lanchas jamás entraron, ni un paraguas, ni unas madreñas, ni mucho menos un tenedor.

Por cierto, y como anécdota voy a contaros, que Adolfo “El Buzu”, casi deja sin ellos a la familia, porque su mujer Ángeles “La Marigorda”, le ponía un tenedor en el balde, y en cuanto Adolfo lo abría para sacar la comida y veía el tenedor, no lo pensaba ni por un momento …¡El tenedor a la Mar!.

Pero lo más terrible para ellos,  era el chiflar. Decían que llamaba al viento. Aunque Tisto, gobernando en la caseta y cuando nadie lo veía, como era muy provocón, se ponía a chiflar, mientras pensaba… ¡Sopla, sopla! A ver quien tiene más... riñones.

¿Cuántas veces caería Machi a la Mar? ¡Vete A saber!.  Y es que no “paraba quietu”.
Pescando “pixines”, y con toda la cubierta manchada por la sangre de estos peces, ya de regreso, coge el caldero para baldear la cubierta y lo larga por encima de la borda para llenarlo de agua. Como había marejada, la lancha da un guiño, Machi resbala y allá va, de cabeza a la Mal caldero y con la ropa de agua, zamarra y botas.
Menos mal que lo vio “Tazón” y maniobrando la lancha, lo sacan por la popa con el bicheru. Doloridos los brazos, empapado y con el susto en el cuerpo porque se habia visto embicherado como un “pixín”.

Otra vez, aguantando en la Mar a la “Sisina por la proa para no golpear con otra lancha, le resbala la mano y… ¡A la Mar! Tisto desde la popa que lo ve, le dice… ¡Ya no te aguanto mas, me voy para casa!... ¡Sígueme nadando si quieres!... Y es que alguien debía de estar ya  hasta el gorro.

Pero ahora, la que yo creo la mas gorda y al mismo tiempo mas curiosa, fue la que le ocurrió una noche de puro invierno, en la que se encontraba pescando angulas en la escalera que hay en el puente al lado del Bar  “El Muelle”.
Cuando más aficionado estaba Machi a lo suyo, le dan un golpe, y allá va, a la Ría de cabeza, él, el caldero, el cedazo y la luz. Sale nadando, creyendo que alguien le ha dado con un “morrillu”, pero cual seria su sorpresa, al darse cuenta que a su lado esta nadando un “gochu”. ¿Qué había pasado? Pues algo tan simple como que Pepe “El Gocheru”, estaba cargando una serie de estos animales en un camión para llevárselos, cuando uno de ellos se escapó, largó escaleras abajo, y fue a parar,  junto a los huesos del bueno de Machi en la Ría.
Por cierto, las angulas, allá por los años 40, se pagaban con la suculenta cantidad de 50 Ptas. cada kilo.

¡Vaya par de dos! Que andaban a zulemas y se las entregaban a Paquita y a Yoyi, que las vendían por las aldeas como si fueran besugos… ¡Un poquitín raros… Pero besugos! De milagro no fueron a parar al cuartón, porque si los enganchan los aldeanos… ¿Para que queremos mas!

Y que puedo contar más, si seria como para escribir un libro serio e importante del que yo, en particular,  no me encuentro capaz. Lo mejor es estar con ellos y escucharlos, oírles contar con todo cariño, humor y una cierta nostalgia, todas las vicisitudes que la vida les deparó para llevar adelante la formación de dos familias, siempre luchando contra la vida - en realidad como todos nosotros - ,  pero sintiendo en lo mas hondo de sus almas que...” ni el viento ni las olas, ni el mar salobre, conmoverán mi barco forrado en cobre”.


                                             
                                                                        Barcelona, en el Día de la Santina de 2002

                                                                                          Fernando Suárez Cué



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