Mora
en las profundidades de los grandes piélagos, su andar es tranquilo e
incansable, su poder le hace ser prácticamente “el señor del mar”, y de esa forma se acerca a las costas con todos
sus sentidos perfectamente sincronizados, mientras su gran aleta caudal parte
la mar impulsándolo hacia adelante. No se hunde, se mantiene “volando” sobre el abismo, mientras dos
grandes aletas pectorales, abiertas una a cada lado le proporcionan la
sustentación necesaria para que su más de media tonelada de peso quede
prácticamente reducida a la nada.
Apareció
en la Tierra hace más de cuatrocientos millones de años, y desde entonces,
mucho antes de que se formaran las grandes cordilleras del Himalaya y de los
Alpes, este viejo ser sigue surcando todos los mares de nuestro planeta.
En
todos los ámbitos de la vida, cuando un diseño es perfecto, no necesita cambios
ni mejora alguna, prevaleciendo inmutable a través del tiempo, como ha
prevalecido este animal cuya forma y sentidos han sido los más idóneos para
vivir en el hábitat en el que lo colocó la Naturaleza.
¿Por
qué el hombre se muestra tan arrogante y orgulloso como para juzgar todo
aquello que no es como él?...¿Porque queremos siempre analizar otras “inteligencias” comparándolas con la
nuestra, prejuzgando que la nuestra es la más perfecta e importante … ¡Que es
la única!
No
nos damos, o no queremos darnos cuenta de que seres como este no necesitan nada
más que lo que tienen y lo que son para ser casi perfectos; para estar en el
primer lugar entre los depredadores de la mar … ¡Es magnífico!
No
necesita la vista del águila para ver sus presas desde largas distancias en los
brillantes cielos, pues él se mueve inmerso en las oscuras profundidades de la
mar, pero es capaz de “oír” ruidos a varios kilómetros de distancia, o detectar
los anómalos campos eléctricos
producidos por animales heridos o con dificultades, y esto como se puede
comprender no es precisamente una tragedia… ¿Pues acaso un halcón vería mejor
que él a tan solo un metro de profundidad?
No
posee el olfato de un perro de caza, pero es capaz de detectar un volumen de
sangre en mil de agua, ya que puede “oler”
la mar a cientos de metros a su alrededor.
En
fin, no ha cambiado de forma básica en millones de años, por eso los humanos lo
han determinado como un animal primitivo, algunos odiándolo, otros adorándolo,
y la mayoría temiéndolo, pues que su comportamiento en la vida choca
violentamente con el nuestro.
Hombres
de culturas muy diferentes a la nuestra, lo han adorado como a un dios,
mientras otros lo han tenido y temido como a un verdadero y terrorífico
demonio.
Los
ingleses le llaman shark, los franceses
requim (por requien el himno para los
muertos), para los españoles es el tiburón.
¿Pero
podemos llamar primitivo a un ser que posee todo lo preciso para ser, por
designio de la Naturaleza, un depredador extremamente eficaz dentro del difícil
medio en el que vive?.
Al
tiburón se le teme, pero creo que no se le odia, ya que en el fondo se le
respeta al borde de una fina línea que nos separa de la más pura admiración.
Es
la criatura que cuenta con menos amigos. No son gregarios, los grandes machos
se mueven en solitario, e inclusive, cuando se mueven en grupos, procuran estar
entre los de su mismo tamaño, ya que si no, los más pequeños correrían el
peligro de ser devorados por los más grandes.
Cuando
el hombre se encuentra con él, esta relación se produce en un ambiente en que
el humano es un verdadero intruso, y entonces se revela, ya que desde ese
momento no domina la situación, y por eso como despecho le llamamos asesino,
cuando su reacción, y sin olvidar que se encuentra en su propio ambiente, no sigue
los cánones que nosotros hemos implantado para nuestro propio entorno.
Declaramos
que no es inteligente, porque no hemos conseguido con él, como hemos hecho con
otra especies marinas, el que nos sirva de colaborador o que nos entretenga
como un verdadero “payaso de circo”, pero… ¿No será debido a que su “carácter” e “inteligencia” no se dejan impresionar por la del hombre y por eso
no le hace ni caso? Eso nos humilla y nos duele… ¡No lo podemos tener bajo
nuestro control!
Le
llamamos imprevisible, pues su forma de actuar nos coge casi siempre de
improviso, pero la culpa no es suya, es solamente nuestra, ya que no sabemos
casi nada de este magnífico animal y cuando burdamente intentamos conocerlo,
nos asombramos de que comportamientos existenciales que le han permitido vivir
durante cuatrocientos millones de años, y sin cambios aparentes, choquen con
ideas que hemos desarrollado hace tan solo cincuenta años.
¿Qué
ser viviente es capaz de detectar los mínimos cambios en el campo eléctrico que
le rodea?
¿Qué
sabemos de órganos sensoriales que cubren su cuerpo y que de una manera
inefable le revelan con gran rapidez y precisión el lugar exacto en el que se
encuentra su presa?
El
hombre, con su característica impaciencia y en los últimos mil años, ha
cambiado violentamente, en nombre de una inteligencia que teóricamente le ha
permitido vivir mejor, un entorno que tiene como suyo, pero pagando como un
alto precio la destrucción del ambiente y la aniquilación de especies de una
forma irreversible, mientras que el tiburón se pasea por un mundo inmutable y
con una “inteligencia primitiva”, que
le permitirá continuar como hasta ahora.
Tal
y como dijo el científico marino Dale Copps… Solo hay que decir: De las dos especies, hombre y tiburón… ¿Cuál es la inteligente y cuál es la
estúpida?
Nota
explicativa
Shark
Esta palabra fue creada por los marineros de la expedición de John
Hawkings al Caribe en 1568. En este viaje, cazaron este tipo de pescado y lo
llevaron a Londres. Se cree que el término deriva de la palabra maya "xoc", que se pronuncia showk
y que significa pescado. Los marineros adoptaron la palabra local indígena para
nombrar el pescado que habían encontrado
Requin
Los
franceses le dan a este temible escualo el nombre de “requin”, por Requiém (en
latín significa "descanso"), y es una obra musical de carácter
religioso dedicada a los muertos y su recuerdo,
Tiburón
Puede haber tomado su nombre del
tupí guaraní “uperú”, precedido por una “t” que, en esa lengua
amerindia, cumple la función de artículo.
En
España, la denominación tradicional de origen medieval (recuérdese que la
propia palabra tiburón procede de la lengua Caribe, y por tanto no se incorpora
al español hasta el siglo XVI), que lo identifica como “jaquetón” (aumentativo de jaque, amenaza),
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