martes, 17 de enero de 2012

Carta de un anciano marinero

Querido hijo:

El día que nos veas mayores y que ya no seamos nosotros, que lo que fuimos solo sea un recuerdo, ten paciencia e intenta entendernos.
Cuando comiendo nos ensuciemos, cuando no podamos vestirnos, ten paciencia con nosotros, recuerda las horas que pasamos enseñándotelo.
Si cuando hablamos contigo y repetimos las mismas cosas una y mil veces, no nos interrumpas y escúchanos, pues cuando eras un criín, a la hora de dormir te teníamos que contar una y mil veces el mesmu cuentu hasta que te entraba el sueño
No nos avergüences ni nos riñas cuando no queramos ducharnos. Recuerda cuando teníamos que perseguirte por toda la casa y la cantidad de excusas que nos inventábamos para conseguir que quisieras bañarte.
Cuando veas nuestra ignorancia sobre las nuevas tecnologías que tú tan bien dominas, solo te pido que nos concedas el tiempo necesario para aprender y no nos mires con una sonrisa burlona.
Te enseñamos a hacer tantas y tantas cosas que parecían muy sencillas para nosotros y tan difíciles para ti….Comer bien….Vestirte….Abrocharte los zapatos…. Y como afrontar la vida.
Muchas de ellas han sido el esfuerzo y la perseverancia de los tres.
Cuando en algún momento perdamos la memoria o el hilo de nuestra conversación, danos el tiempo necesario para recordar, y si no podemos hacerlo, no te pongas nervioso, seguramente lo mas importante no era la conversación pues lo único que queríamos era estar contigo y que nos escucharas.
Si alguna vez no queremos comer, no nos obligues, pues creemos saber bien cuando lo necesitamos y cuando no.
Cuando nuestras cansadas piernas no nos dejen caminar, danos tu mano amiga de la misma manera  que yo lo hicimos cuando estabas intentando dar tus primeros pasos.
Y cuando algún día te diga que ya no queremos vivir, que estamos cansados de la vida y que preferimos morirnos, no te enfades. Algún día comprenderás que esto no tiene nada que ver contigo, ni con tu amor ni con el nuestro.
Intenta entender que a nuestra edad, ya casi no se vive, se sobrevive.
Algún día descubrirás que, pese a nuestros errores, que somos conscientes de haberlos tenido, siempre quisimos lo mejor para ti, y que intentamos lo mejor que pudimos preparar el camino que tu debías de hacer.
No debes sentirte triste, enfadado o impotente por vernos de esta manera. Me gustaría que estuvieras a nuestro lado intentando comprendernos y ayudándonos, como nosotros lo hicimos cuando tu empezaste a vivir.
Ahora te toca a ti acompañarnos en nuestro lento y duro caminar, ayudándonos con amor y paciencia a acabar nuestro camino con dignidad.
Solo te podremos pagar con una sonrisa y con el inmenso amor que siempre te hemos tenido.
Te queremos hijo
Tu madre, tu padre

                                                                                       Con todo mi cariño
                                                                                     Fernando Suárez Cué

0 comentarios:

Publicar un comentario

 
;