sábado, 17 de agosto de 2013

El partir


-F: Vaya mañana guapa que tenemos… ¿Visteis los montes?
-T: A ver si aguanta, que esta tarde a los calamares los podemos machacar
-C: ¡Buenos días!... ¿Qué pasó?
-F: Nada, Tiquiano que está hablando de machacar y le iba a decir que para machacado estoy yo, que con la coña de la tómbola, en este barrio no hay quien duerma. Es más escandalosa y hace más ruido que el motor de la Xana.
-R: Pues eso ya es hacer ruido. ¿Oíste?
-P: ¿De qué hablamos hoy?
-T: Pues no sé, podemos hablar de las particiones. ¿Tu sabias como se hacían Fernando?
-F: ¡Ni idea! Y bien que me gustaría saberlo.
-C: Pues verás. Antes, el chocolate no me acuerdo de cómo se hacía, pero lo que si te puedo decir, es que las cuentas se hacían muy claras, entre otras cosas porque participaban y controlaban todas las partes interesadas.
-T: Intervenían todos los marineros de las distintas lanchas que había en Llanes, y cada uno defendía su parte y la de los demás componentes de la tripulación.
-F: ¿Qué embarcaciones eran?... ¿Había muchas?
-C: Ya lo creo que había, y varias, como por ejemplo la Virgen del Rosario.
-F: Esa era la de Gerardo, a la que también le llamaban la Menta, porque tenía el casco pintado de un verde muy guapu… ¿Verdad?
-R: ¡Para un pocu demoniu!, si lo sabes todo… ¿Para qué preguntas?
-F: Vale… ¡Cremallera! Sigue Tiquiano por favor.
-T: Estaban también la Villa de Llanes de Tono y Garbanzu, el Jesús del Gran Poder de Adolfo el Buzu, Maria Josefa de Tonito, la Virgen Maria de José Melijosa, y la Milagrosa de Albal.
-F: ¿Sabíais que cuando yo era un crio y hablaba a media lengua, según mis tías, a esa lancha la llamaba la Milagocha?.
-R: Muy guapín y muy simpáticu el criu, además de un poco irreverente… ¿Pero podrías dejar de interrumpir de una vez?
-C: No nos olvidemos del Socorro de Fabián, ni la Guadalupe de Felix Colilla, la Virgen de Guía de Salero, el Maria Francisca de Paco el Roxiu y el San José de Careto además de otras.
-P: Otras dos que se me vienen a la memoria eran, la Concepción de Marcelo el Mugle y la Felicia de Paco Saro.
-T: Si, y otras muchas como motoras, porque más antiguas, tenemos las vaporas, como eran el Felicia y la Llanisca de Felisín, el Chambelena de Adolfo, el Alonso de Felisín, el Cajuma de llarandi y Cimino
-C: Había tantas embarcaciones en la ría, que cuando se abarloaban unas a otras, podías pasar desde la Dársena a la Rula saltando de lancha en lancha.
-F: Eso si lo conocí yo, y lo había hecho.
-T: ¡Qué tiempos! Había entonces buenas compañías.
-F: Y ahora también. ¿O no es así?
-C: ¡No Nando! Tiquiano se refiere a las compañías en la mar.
-F: ¡A ver!... ¡Esplicádevos rapaces! (Este tiempo de verbo, y en realidad la frase, no sé si será muy correcta, pero la oí cientos de veces en La Moría).
-T: Pues verás, mi criu, cuando una lancha tropezaba con la manjua y empezaba la faena del lance, se podía encontrar con que otra lancha, que también se había dado cuenta de la presencia del pescado, por ejemplo al ver trabajar a las gaviotas y otros pájaros, se acercaba pidiendo compañía. Para ello, el patrón de la lancha que arribaba levantaba la mano como señal de su petición, a lo que el otro patrón, si aceptaba la compañía, daba su beneplácito levantando a su vez la suya. Entonces saltaba un tripulante de cada lancha a la otra, y comenzaban a faenar juntos.
-C: Vamos a puntualizar un detalle, que la cosa no era tan simple y tenía sus otras leyes. Para pedir compañía, el cerco de la lancha que había llegado primero tenía que estar todavía abierto, pues en caso contrario, si el cerco ya había sido cerrado, la pesca era suya y nadie más tenía ya el derecho a reclamarla.
-F: Bueno, pero supongamos ahora que el cerco todavía estaba abierto, que el patrón que llegaba pedía compañía y que el otro patrón no se la concedía… ¿Qué podía pasar?
-T: ¡Pues coño, la descarajada! Se podía armar un espolín muy gordo, pues los recién llegados, por medio de morrillos, arpones, bicheros, arpeos, cajas o atravesando la lancha, en fin con todo lo que se les ocurriera, intentaban levantarles los aparejos y emballar el pescado. Ya sabes… ¡O jugamos todos o rompemos la baraja!
-F: ¿Vaya petaca, no?
-P: Pero vamos a pensar que no había problemas como era lo más normal, que todos se aceptaban, y que se efectuaba la faena de pesca en buena compañía, hasta que dicha faena concluía y los hombres quedaban libres, volviendo cada uno a su embarcación para repartir el total de la pesca entre las dos lanchas y a partes iguales.
-F: ¿Dónde se efectuaban esas particiones, en la Rula?
-R: ¡No compañerín, no! Para hacer las particiones, cada tripulación se dirigía al bar que por costumbre frecuentaban. Unos se dirigían a Casa Angel, otros al bar del Muelle, al Venecia, al de Victor, al Recale o a algún otro de los varios que había.
-C: Y por cierto, se hacía así por fidelidad, ya que para poder sufragar los gastos más necesarios, como podían ser el combustible, aceite, aparejos, comestibles u otros varios, eran esos bares que cada tripulación tenía como base, los que acostumbraban a adelantar el dinero que fuera necesario, dinero que al finalizar la semana se pagaba religiosamente cuando el propietario del bar presentaba la relación de gastos.
-T: Así era. No había ni trampa ni cartón, por eso los sábados, cuando se cobraban las pólizas del pescado entregado en La Rula, se descontaban los gastos, que como a dicho Cote era lo primero que se pagaba, y entonces, y solo entonces, empezaba la partición.
-F: ¿Era muy complicada?
-C: En absoluto, aunque para el que no estaba en ello podía parecerlo, pero las cosas por tácitas estaban más que claras, y jamás se dudaba de la partición, pues todos intervenían en ella, tal y como te dije.
-R: Por lo pronto el 50% de los beneficios se los llevaba el armador de la embarcación.
-F: Eso lo veo normal, ya que en un principio es el que más expone y el más gasto tiene.
-R: No se yo, pero te explico. El 50% restante se repartía entre los 10, 11 ó 12 miembros de la tripulación.
-T: Eso era la soldada, pues así se llamaba la parte que recibía cada uno.
-F: ¿Todos a partes iguales?
-C: No exactamente. Por ejemplo, el cho o pinche, hasta no cumplir el Servicio Militar solo cobraba un cuarterón, o lo que es lo mismo, una cuarta parte de la soldada.
-T: También había la costumbre, de que en cada embarcación hubiera 1 ò 2 marineros que se encargaban de la limpieza del barco, arranchando aparejos, llamando a la gente o alguna otra faena extra, por lo que cobraban media soldada más, o sea, soldada y media al final de la semana. Esta diferencia la pagaba el armador de su bolsillo.
-P: No os olvidéis que también era a costa del armador el pagarle al motorista media soldada mas semanalmente, por engrasar, mantener y tener siempre a punto el motor de la lancha.
-C: Otra costumbre muy curiosa fuertemente arraigada entre las tripulaciones, consistía en dejar en un fondo común 25 o 30 pesetas cada uno para poder luego tomar las 11, que es a lo que hoy día llamamos aperitivo.
-F: ¡Total! Que cada uno cobraba en mano en dinero contante y sonante… ¡Y tan ricamente!
-C: Bueno, no creas, había algunos que no recogían ellos el dinero directamente, o si lo hacían les duraba muy poco en su poder, pues en la puerta del bar, o inclusive dentro de él y observando y controlando toda la operación de las particiones, estaba su mujer, para recoger la paga en el momento, ya que no se fiaban ni un pelín de que dicha paga llegara integra a casa.
-R: Algunas tenían más razón que santas para no fiarse, pues había cada puntu…
-T: ¡En fin! Era otra cosa, había pocos secretos. Hoy día, las particiones se hacen con computadoras y el marinero recibe la paga en un sobre o por transferencia bancaria, sin saber de gastos ni deudas. Todo lo controla el armador, inclusive es este el que cobra, si las hubiere, las Subvenciones para la Industria de la Mar, acabándose los tratos y la discusión. Ahora todo viene impuesto y sin libertad.
-F: ¡Libertad, libertad!... Una vez leí que la única y verdadera libertad es el levar anclas y navegar sin pensar en ningún puerto.
-T: Lo que tu digas... ¡P´a ti la perrona!...Pero vamos a La Barra a ver como tenemos la Mar.

Pesca del bonito a brumeo
Un poco de verdeles en pleno febrero, largando a chicharros, pescando bonitos a caña de 15 kg por pieza con cebo vivo, y al final del video marejada… Todo ello en nuestro Mar Cantábrico
http://www.youtube.com/watch_popup?v=ANgdlvtilaM&feature=youtu.be

Hasta la vista

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