Árgano o cabestrante
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Cuando nos imaginamos o pensamos en barcos, casi nadie se acuerda de un instrumento que todos portan, por ser una máquina necesaria y hasta imprescindible. Me refiero al “árgano” o “cabestrante”.
Es esta una máquina que, a modo de grúa, se emplea
para subir cosas de mucho peso por medio de una maroma o cable que se va
enrollando en un torno vertical a medida que gira, y se logra por la potencia
que se aplica a unas barras, o palancas, introducidas en las cajas abiertas en
el canto exterior del cilindro, en la parte alta de la máquina.
“Movían el árgano una media docena de barras, cada una
empujada por cuatro hombres”.
Tal como los demuestran varios jeroglíficos egipcios
ya era conocida su utilidad, hacia el siglo XII a. C.
En un principio los árganos, recogían la cuerda en su
tambor, mientras que hoy en día, en los cabestrantes náuticos la cuerda o
cadena, ya no se almacena en el tambor, sino que, limitándose a enrollar unas
pocas vueltas en él, va haciéndolo pasar para depositarlo en la “caja de
cadena” (también denominado “pozo de cadena”), un espacio determinado para ese
fin.
Hoy en día, “malacate” (winch en inglés), es un tambor
que contiene enrollado un cable de acero, soportado por una base, que va fijado
sobre una superficie lisa.
En apoyo de estos mecanismos se encuentra el “estopor”, que en náutica es otro mecanismo intercalado entre el cabrestante del ancla y la escobén a fin de evitar el movimiento de la cadena. La acción del estopor forma parte del trincado a “son de mar” de las anclas en navegación, evitando que por efecto de un fuerte cabeceo las mismas se muevan de sus alojamientos, aunque su principal objetivo es evitar que el molinete sufra la tensión de la cadena.
Estos “molinetes”, que en las embarcaciones de recreo
pequeñas es lo que acostumbran a armar en proa, es una máquina que consiste en
un tambor (cilindro) horizontal accionado mecánicamente por una banda que sirve
para mover pesos, sobre todo el del fondeo. En esencia es un cabrestante
horizontal.
Dentro de este tipo de artilugios, debemos contar con
el chigre, que son máquinas con eje de giro horizontal y que permiten
multiplicar la fuerza ejercida sobre cabos, cables o cadenas. Están movidas
generalmente por electricidad, y son empleadas en carga y descarga de objetos
más o menos pesados y voluminosos, para servir de ayuda a un remolque, o para
la acción de “espiar” el barco, por medio de “espías”, que en náutica son los
cabos que sirven para mover una embarcación, dándolo a un muelle, boya o a
algún objeto fijo.
Lo más sencillo en la maniobra de espiarse, consistió
simplemente en largar o “tender la espía”, haciéndola firme, para ello, a un
muerto, argolla de tierra ( en nuestro caso fue el tronco de un árbol)), ancla
o anclote fondeado con ese fin, y tras pasarla por proa, cobrarla e ir
introduciéndola a bordo por medio del cabestrante o del chigre, si el barco lo
tiene, para una vez llegado al lugar donde ha sido amarrada la espía,
cobrarla y repetir la maniobra tantas veces como haga falta.
En otros casos, cuando el viento no entra de la
dirección deseada para mover el barco. y hay peligro real de abordar cualquier
obstáculo al aproarse al viento, además de la espía se usan otros cabos, dos
para las amuras y dos para la aletas, que controlando los desplazamientos que
pudiera tener, que dejan al patrón dueño de los movimientos del buque.
Una vez aclarada la maniobra, solo queda relajarse y
descansar.
Buena Mar y hasta la vista amigos
Fernando Suárez Cué
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